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Voto de Revista Contraste:
9
7,0
28.187
Animación. Fantástico. Aventuras. Comedia. Infantil Woody siempre ha tenido claro cuál es su labor en el mundo y su prioridad: cuidar a su dueño, ya sea Andy o Bonnie. Pero cuando Bonnie añade a Forky, un nuevo juguete de fabricación propia, a su habitación, arranca una nueva aventura que servirá para que los viejos y nuevos amigos le enseñen a Woody lo grande que puede ser el mundo para un juguete. (FILMAFFINITY)
18 de junio de 2019
55 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza a ser un reto cada vez más insuperable escribir un comentario sobre un producto Pixar en general, y Toy story en particular, sin que parezca que nos hemos limitado a acudir al archivo y desempolvar las críticas anteriores.

Se nos acaban los adjetivos y las expresiones con las que calificar, entusiasta y objetivamente, el trabajo de estos realizadores que han sido capaces de regalarnos una nueva entrega de las aventuras de Woody, Buzz y compañía sin restar ni un ápice de calidad técnica, agilidad narrativa y profundidad humana.

En manos de Josh Cooley (en su primer largometraje como director, pero responsable del inteligente guion de Del revés) y recuperando para el libreto a Andrew Stanton (que dirigió, por ejemplo, Buscando a Nemo o Wall-e) la cuarta entrega de Toy story se presenta como una digna continuación de las anteriores.

Mantiene lo esencial: una animación exquisita, un perfecto equilibrio entre los momentos de acción alocada, los de acción de verdadera supervivencia y las escenas entrañables y universalmente emotivas, una galería de personajes que no pierden la juventud (ventaja de ser un juguete) y una explicación natural y plástica de las grandes virtudes del ser humano (lealtad, valentía, superación, responsabilidad, confianza, sinceridad, redención, fortaleza…).

Sobre este sustrato, comparecen los nuevos personajes, con especial protagonismo de Forky, la pareja de peluches descerebrados o de Caboom (un motorista setentero que en la versión original tiene la voz de Keanu Reeves, quien no se había visto en otra mejor desde Speed o Matrix). Y reaparecen otros (no estropeo nada porque se ven en el cartel publicitario) como la lámpara-pastora o Bonnie, la niña que en la tercera entrega heredó los juguetes de Andy.

Para la nueva trama, Folsom y Stanton diseñan unos nuevos escenarios que amplían las posibilidades dramáticas y los efectos de correrías y fantasía visual. El parque de atracciones y la tienda de antigüedades suben unos cuantos escalones más la apuesta para genialidad de este equipo de realizadores.

Y por seguir yéndonos a la estratosfera no me resisto a realizar un comentario teo-filosófico-psicológico: el personaje de Forky, analizado, como digo, desde la atalaya académica, es toda una lección de antropología sobre el sentido de la vida del ser humano; sobre la necesidad de entender el valor incalculable de toda vida humana que solo se comprende al 100% cuando se asimila que es el amor el que genera la vida y el que garantiza la verdadera autoestima y el que da razones para seguir adelantes.

En fin, que hay que verla.

www.contraste.info
Revista Contraste
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