Es inevitable que, cuando se estrena una película con juguetes como protagonistas, inmediatamente la comparemos con Toy story. Sin embargo, en este caso, el único punto que tienen en común es que los muñecos tienen vida.

Esta producción de Corea del Sur nos muestra un mundo en el que los juguetes están vivos gracias a la infancia de sus dueños. Se auto denominan “soldados” y tienen como misión protegerles de cualquier peligro. En este caso, se trata de la irrupción de la era digital y los juegos en línea.

Sorprende la actitud del peluche protagonista, Mini-tigre. Desde el inicio, lo presentan como el héroe de la historia, dispuesto a hacer lo que sea por su dueña Laura. No obstante, a medida que transcurre el relato, adopta una conducta egoísta y consentida. Aunque él la justifica diciendo que es por su deber con Laura, en realidad, implica dejar de lado a sus amigos, utilizarlos para su propio bien o realizar comentarios hirientes. Finalmente y como es habitual en las películas infantiles, Mini-tigre acaba volviendo a las buenas maneras.

Sin tener el presupuesto de los grandes estudios de animación de Hollywood, esta producción sur-coreana logra unos personajes simpáticos y tiernos con detalles típicos orientales, como los ojos grandes al puro estilo manga. Los juguetes tienen personalidades muy diferentes y se complementan a la perfección cuando trabajan en equipo. Nos recuerdan que los amigos siempre estarán ahí, en los buenos y en los malos momentos; y también qué es lo importante en la vida y poder corregirnos si nos vamos por el mal camino.

Sin desvelar el final de la historia, destaca la reflexión sobre las nuevas tecnologías, tan presentes en el día a día de los niños. Son unas herramientas muy útiles y que han supuesto una gran revolución en muchos ámbitos, incluido el de los juegos. Aún así, gran parte del éxito reside en el uso que se les dé.

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