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Voto de Revista Contraste:
4
Drama. Romance Habiendo finalizado su colaboración en la Estatua de la Libertad, el célebre ingeniero Gustave Eiffel (Romain Duris) está en la cima del mundo. Ahora, el gobierno francés le está presionando para diseñar algo espectacular para la Exposición Universal de París de 1889, pero Eiffel no está interesado. De repente, todo cambia cuando en su camino se cruza una misteriosa mujer de su pasado (Emma Mackey) y el fuego de su pasión prohibida se ... [+]
12 de noviembre de 2021
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva propuesta de Martin Bourboulon, Eiffel, es, en efecto, lo que se anuncia al espectador al inicio del film: libremente inspirada en hechos reales. Es un melodrama que combina el relato de la cimentación de la llamada Torre de 330 metros con el romance ficticio protagonizado por su inventor y Adrienne Bourgès, mujer que se presenta como el amor de su vida.

A su vez, la crónica tiene lugar en dos períodos temporales distintos, principalmente a finales de la década de 1880 pero con constantes saltos al pasado, de hasta veinte años de diferencia. ¿El motivo? La fogosa relación de amor entre Eiffel y Bourgès nació dos décadas atrás, sin embargo, una ruptura precipitada les llevó por dos caminos completamente distintos y destinados a cruzarse de nuevo.

El resultado de esta combinación entre historia, ficción y tensión sentimental (con adulterio de época de por medio) es un desarrollo muy irregular. Acaba siento extremadamente convencional y cliché en el amor imposible y deja con ganas de más en el terreno de la ingeniería y los personajes secundarios que la envuelven.

En cuanto a los protagonistas, las interpretaciones de Romain Duris como Gustave Eiffel y Emma Mackey como Adrienne Bourgès son destacables, aunque la trama amorosa no acabe de ser del todo creíble si se tiene en cuenta que entre ellos –supuesta y sorprendentemente– se dice que hay tan solo diez años de diferencia, a pesar de que entre los actores hay más de veinte. Aun así, la película consigue llevar al público al escenario romántico ideal que es París.

Si bien el reparto es acertado, el punto fuerte de Eiffel –y por lo que puede llegar a despuntar– es el detalle de la edificación y recreación de la torre. Sorprenden planos y escenarios que resaltan la belleza de una atalaya tan majestuosa. Además, a lo largo de la narración se muestran los procesos de diseño y planificación de la obra que, pese a llegar a ser repetitivos, aportan un matiz de intriga e interés por ver la solución final. Impactan sobre todo las escenas donde tanto los obreros como el propio ingeniero y Bourgès caminan por las alturas de lo que es, únicamente, la base del monumento.

En conclusión, el espectador está ante un drama histórico que ofrece un intento de cuento de amor imposible, compaginado con la creación de la torre Eiffel, al más puro estilo Titanic (pero sin tantas tragedias). Casualmente diseñada en forma de A —en referencia a Adrienne, como se sugiere en los créditos del largometraje—, resulta un curioso homenaje a una de las construcciones más renombradas de la historia contemporánea.

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Revista Contraste
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