La película original con Vincent Prince y este remake comparten únicamente la idea central de la venganza, a partir de la reconstrucción de un museo de cera con cadáveres en vez de estatuas. Más allá de esta premisa básica, la nueva versión del añejo clásico da muchos giros a la historia primigenia.
Una escapada de fin de semana para seis amigos se convierte en una aterradora lucha por sobrevivir. El guión se prodiga en pequeños momentos de gran angustia con un elenco más sólido de lo habitual para este tipo de filmes, donde incluso la polémica Paris Hilton no desentona. La puesta en escena logra algunos planos de asombrosa composición, particularmente en la secuencia de un fantasmagórico cine, donde también se exhibe una película de terror. Esto no es casual, ya que un estilo de espejo sobre espejo impregna la película, donde la atención juega con lo que "atrae porque parece una cosa y termina siendo otra", como dice en un momento uno de los personajes.
En esta particular versión, cuidada en el rigor de los pequeños detalles, el horror no se transforma en un efecto empalagoso a fuerza de reiteraciones. Con un registro casi documental al comienzo de la película, a medida que avanza la acción -y los personajes empiezan a darse cuenta de su situación- los aspectos visuales se vuelven más estilizados. La fotografía establece un estilo inquietantemente matizado con una iluminación de aspecto natural. Los movimientos de cámara en mano pasan progresivamente a tomas de creciente complejidad.
Más allá de la impresionante parafernalia aportada por la Dark Castle Entertainment, la relativa fortaleza de este film no reside en ese poderoso sustento ni en la idea de adaptar clásicos de terror para un público actual. Eso solo es insuficiente para eludir el riesgo de engendrar productos pésimos, esquemáticos y demasiado previsibles. La película alcanza el cinco, porque logra con manifiesta calidad sumergirse en los ancestrales miedos del inconsciente colectivo de ser perseguidos y atrapados, como en los cuentos infantiles de ominosos monstruos innominados.