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España España · Madrid
Voto de dieterle:
6
Terror. Aventuras Una mujer y su hermano vuelan a Nueva Guinea en busca de una expedición perdida, que estaba comandada por el marido de la mujer. La pista del eminente antropólogo Henry Stevenson se pierde en las selvas de Nueva Guinea. Su esposa y unos acompañantes sin escrúpulos tratarán de encontrarle aunque para ello tengan que lidiar con todo tipo de salvajes dados a la antropofagia. (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2013
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas a las que uno no puede exigir corrección formal, guiones trabajados o actuaciones mínimamente aceptables de sus actores. Uno de estos subgéneros es el cine explotation, que salvo pocas y dignas excepciones, siempre ha sido un género que jamás se ha tomado en serio a sí mismo. “La montaña del dios caníbal” es una de esas bazofias fecales cinematográficas, deliciosamente desaliñadas, con interpretaciones horrendas, y únicamente apta para cinéfagos que estén de vuelta, y que hayan visto tantos géneros y tantas películas que sepan apreciar sin prejuicios la desinhibida desidia de algunos de estos productos. Sergio Martino deja a un lado sus proteicos y formidables giallos para sumergirse de cabeza en una absurda y lisérgica aventura selvática, adentrándose en el cine exploation y aprovechando el eco de películas del género Mondo como: Holocausto Caníbal de Rugerro Deodato u Cannibal Ferox de Umberto Lenzi.
Como reclamo, intervienen actores que tuvieron su minuto de gloria en Hollywood, Úrsula Andress y Stacy Keach, la primera luciendo palmito y demostrando lo mala actriz que siempre fue, el segundo mostrando una desgana antológica. Ambos parecen pasar por la peli con el único objetivo de conseguir el peculio correspondiente a sus caches y salir corriendo hacia futuros proyectos de mayor proyección artística y comercial. Martino presenta una menor violencia explicita que la de otros productos similares, sorprendentemente, intercala chapuceramente a lo largo del metraje insertos de animales devorándose unos a otros, que resultan mucho más violentos y desasosegantes que la presencia de la propia tribu caníbal. A Martino le basta con poner de manifiesto el carácter depredador y obsceno de la naturaleza, interesándole menos las andanzas y rituales violentos de los nativos.
A pesar de las limitaciones comentadas, la película se hace entretenida, consiguiendo Martino crear una de esos bodrios entrañables que harán las delicias de los paladares curtidos en productos casposos y heces cinematográficas simpáticas de malas que son. Todos aquellos que se tomen a sí mismos y al cine demasiado en serio, deberán evitar por prescripción facultativa, el visionado de este engendro selvático.
dieterle
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