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Voto de Demetrio Rudin:
6
Ciencia ficción Nueve años después de que la USS Discovery se perdiese en el espacio, una expedición conjunta de los Estados Unidos y la Unión Soviética es enviada a Júpiter para reactivar el ordenador Hal 9000, que dirigía la nave accidentada, y para averiguar qué problema frustró la expedición del Discovery. Cuando llegan a su destino encuentran el gran monolito negro que la primera expedición pretendía investigar. (FILMAFFINITY)
13 de mayo de 2006
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueve años después de que la USS Discovery se perdiese en el espacio, se envía desde la Tierra una misión conjunta de los Estados Unidos y la Unión Soviética. Para ello viajan al planeta Júpiter, con el objetivo de reactivar al ordenador Hal 9000, que dirigía la nave accidentada, y descubrir así que fue mal en la anterior misión, y el significado de las últimas transmisiones de uno de los tripulantes. El doctor Floyd comanda la misión, que a su llegada a Júpiter se encontrará con el gran monolito negro que la primera misión pretendía investigar.

2001, Odisea dos retoma la historia de su genial versión de 1968. Adaptada al igual que la película de Kubrick de la novela de Arthur C.Clarke, en esta ocasión la historia se traslada hacia un cauce mucho más accesible para el gran público. El énfasis puesto en el desarrollo de personajes y el interés por seguir un orden en la sucesión de acontecimientos marcan una percepción muy distinta de la de Kubrick. Si bien es cierto que la función básica del film es aclarar en cierto modo la enrevesada trama de su original, el planteamiento disgrega demasiado no solo en formas si no también en plasmación de ideas. El desenlace del título sirve como ejemplo claro, para observar la falta de paralelismo entre ambas entregas; el mensaje reconciliador rompe completamente el sentido desarrollado por la saga.

Estéticamente esta segunda parte trata de imitar de forma fallida a su predecesora. La técnica se acerca mucho más al género de ciencia ficción, que al tipo de cine planteado por Kubrick en 1968. Aunque los largos y fríos planos se mantienen, la esencia visual se pierde en la búsqueda de efectividad a favor de la historia. Los movimientos de cámara no son tan agobiantes, únicamente el seguimiento a Roy Scheider dentro de la nave, en la secuencia de la aparición de Keir Dullea merece ser tenido en cuenta. En el reparto no hay mucho que decir, pasable sin más. La música no resulta tan espectacular, las magníficas composiciones clásicas se abandonan, siendo sustituidas por llanas evocaciones a lo sensitivo que llegan a cansar al espectador.

Simple continuación de una mítica película, que merece ser vista por la sencilla razón de hallar las respuesta a las dudas que dejaba en el aire la versión de finales de los sesenta.
Demetrio Rudin
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