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España España · Barcelona
Voto de zoquete:
8
Drama Walter Vale (Richard Jenkins), un profesor universitario de Connecticut que viaja a Nueva York, se ve envuelto en la vida de una joven pareja inmigrante a la que encuentra viviendo en su apartamento de Manhattan, un piso que apenas visita. Tarek (Haaz Sleiman), un músico sirio, y Zainab (Danai Jekesai Gurira), su novia senegalesa, viven allí porque alguien les ha alquilado el apartamento, haciéndose pasar por el dueño. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2009
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gozas de una posición acomodada, que no necesariamente satisfactoria, en tu trabajo. No sabes cómo, tu profesión constituye un importante eje de tu existencia. ¿Por el dinero? Sí, aunque nos gusta pensar que hay algo más (reconocimiento, prestigio, crecimiento, autonomía...)

Imagina que debes faltar un día. Habrá que tener una razón para el jefe, o para el cliente (si uno es el amo), o para el socio…

Imagina que decides faltar un mes. Ahora la inquietud cambia, ya no se trata de cómo lo justificas ante los demás, ahora pasa algo más grave ¿cómo lo haces ante ti? ¿Qué es eso tan importante que te hace dejarlo, te hace confinar tu rutina profesional a la más baja de las prioridades? Sin duda algo vital que hacía tiempo teníamos muy abandonado…

En esta película he aprendido que la música clásica tiene cuatro tiempos, mientras que los ritmos africanos sólo tres. Que para tocar el djembe (el tam tam de toda la vida), hay que arrojar fuera los pensamientos y dejarse llevar por el ritmo, sólo sentir… ¡qué cosa tan difícil hoy en día!


Pues bien, vayamos a por el primer tiempo: los tambores y la vida dulce.

Walter Vale es un profesor universitario que intenta tocar el piano mediante reglas, las que sean. Así también lleva su trabajo, inflexible frente a los problemas personales de uno de sus alumnos y de una colega con quien comparte un artículo.

Tarek es un músico sirio que toca el djembe y que lleva su vida según la hora árabe. Primando la alegría del momento sobre la planificación y rigidez de las normas.

Se cruzan sus vidas y, sin embargo, no hay choque, sino una deliciosa permeabilidad inesperada que permite que fluya la generosidad de ambos. El profesor descubre un sutil, pero poderoso, nuevo impulso vital en el tambor.


Segundo tiempo: la cárcel y la vida amarga.

Asistimos a una conferencia sobre el efecto de la globalización en países en desarrollo y a la detención arbitraria de Tarek, que posteriormente es enviado a inmigración por no disponer de los debidos papeles. Aparece el desconcierto, la lucha, la rabia, las lágrimas, el abogado, la impotencia, la frialdad de los carceleros…

Tercer tiempo: la madre y la vida agridulce.

Como joven alegre que es Tarek, nos encontramos con la aparición de una madre atenta, cariñosa y preocupada. El contraste entre ella y el profesor se pone de manifiesto en la manera de afrontar la detención del joven, pero nuevamente sin fisuras, en armonía, de una forma encantadoramente amable… lo único hostil en este cruce de vidas es el entorno.


Ninguna sorpresa, ninguna trampa, el natural transcurrir de los hechos previsible, pero con la fuerza emotiva de unos personajes que nos hacen sentir bien, que nos hacen sentir mal, que nos hacen sentir. Una película para degustar con sutileza, no demasiado recomendada para quienes buscan emociones fuertes, pero sí para quienes escojan emociones profundas más que intensas, de las que requieren algún bagaje en nuestra maleta existencial…
zoquete
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