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Voto de Fej Delvahe:
8
7,5
798
Drama
Matsugoro, un pobre conductor de carro en el Japón del periodo Meiji, devuelve a un niño perdido, Toshio, a su casa. Sus padres se muestran con él muy agradecidos. Tras la muerte del padre, la madre, Yoshiko, muy preocupada por su hijo, le pide a Matsugoro que le ayude a educarlo. Él acepta encantado. Con el paso del tiempo le coge mucho cariño, al niño y a la madre. Pero Toshio crece, y se marcha a estudiar a la universidad de Tokio, y ... [+]
31 de diciembre de 2007
29 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Ay, hombre que trabaja tirando de un carrito con personas o con enseres! Hay que ser muy fuerte para desempeñar un oficio como ese, tener una buena salud y no avergorzarse de formar parte del estrato trabajador más bajo de la sociedad. Pero además, este humilde tiene más virtudes maravillosas hay que descubrir conociéndole de cerca, alguna incluso guardada tan en secreto que nadie puede imaginarse.
¡Toda una lección de estética, elegancia sopesada y compostura japonesa la que Hideko Takamine nos enseña con su actuación!
Fej Delvahe
¡Toda una lección de estética, elegancia sopesada y compostura japonesa la que Hideko Takamine nos enseña con su actuación!
Fej Delvahe
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Se comprende que un hombre así, sin estudios, ocupado en un oficio tan rudo y pobre, no se atreva a declarar su amor, su veneración amorosa, que siente por una mujer de una clase social mucho más alta y culta. Así que se conforma con servir de cerca a esta bella, elegante y amable viuda; con ayudar, entrenar y velar por el pequeño de ésta; con hacerle recados, transportes y otros favores respetables. Ella nunca se percata del amor que provoca en el hombre del carrito, porque no está a su nivel, porque le resulta impensable.
Sin embargo, el vulgar hombre del carrito sí que se percata de las necesidades de la viuda y de su hijo. Hasta tal punto que del poco dinero que gana, parte lo va ahorrando para ella. Porque el hombre del carrito es una persona desprendida, generosa, honesta, sin ambición. Su paso por esta vida es, como en el caso de tantos humildes, para abonar el buen crecimiento y desarrollo de otros. Se trata de un ser-agua: da la vida a otros y él simplemente pasa casi sin que nadie le valore. Sólo cuando un día falta, se ha ido, ya no está, entonces quienes le conocieron dan en pensar al santo, al ángel, al ser esencial que han tenido entre ellos sin que lo hayan valorado en su justa medida.
Sin embargo, el vulgar hombre del carrito sí que se percata de las necesidades de la viuda y de su hijo. Hasta tal punto que del poco dinero que gana, parte lo va ahorrando para ella. Porque el hombre del carrito es una persona desprendida, generosa, honesta, sin ambición. Su paso por esta vida es, como en el caso de tantos humildes, para abonar el buen crecimiento y desarrollo de otros. Se trata de un ser-agua: da la vida a otros y él simplemente pasa casi sin que nadie le valore. Sólo cuando un día falta, se ha ido, ya no está, entonces quienes le conocieron dan en pensar al santo, al ángel, al ser esencial que han tenido entre ellos sin que lo hayan valorado en su justa medida.