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Voto de Fej Delvahe:
10
7,2
353
Drama. Bélico. Romance
En tiempos de la revolución, las tropas zapatistas del general José Juan Reyes toman la tranquila y conservadora ciudad de Cholula. Mientras confisca los bienes de los ricos del pueblo, el general Reyes se enamora de la bella, rica e indomable Beatriz Peñafiel, hija del hombre más notable de Cholula. El desprecio inicial que Beatriz siente hacia el revolucionario da paso a la curiosidad y, finalmente, a un profundo y auténtico amor. (FILMAFFINITY) [+]
5 de noviembre de 2011
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un canción bellísima que con el tiempo se ha convertido en estandarte de México en el mundo, se titula curiosamente “La Malagueña”. Elpidio Ramírez Burgos (1882-1960), figura como el autor de la música y de la letra coautor junto a Pedro Galindo Galarza, a principios de los años treinta (s. XX); pero lo más probable es que la música de “La Malagueña” proceda de un son popular huasteco (originario de la región o estado de Tamaulipas) del que Elpidio hizo una versión “huapango” (para acompasar este tipo de baile tradicional mejicano con cadencias que se ejecuta taconeando, a veces sobre una tarima de madera). Sea como fuere, años después Elpidio compartió o cedió “La Malagueña” al cantante Raúl Prado quién, primero en 1937 con el “Trío Los Hidalguenses” y luego con el “Trío Calaveras”, le hizo algunas modificaciones para hacer la canción menos monótona o más comercial, además de introducirle falsetes alargados; luego, Raúl Prado y los Hermanos Bermejos (el “Trío Calaveras”) la grabaron con el sello RCA-VICTOR en 1938 y al año siguiente, el mismo trío la cantó en la película “El gavilán” (Ramón Pereda, México 1939).
Pues bien, en “Enamorada”, oír “La Malagueña” mientras vemos esos hermosos ojos y semblante de María Félix, es algo sublime, un no sé qué exuberante que te deja huella cinematográfica en el alma. ¡Inolvidable! Un hito de la filmografía en lo que respecta a conquista de una resabiada mujer que se resiste a un hombre intensamente enamorado de ella. En verdad que la película debía llamarse “Enamorado”, en lugar de “Enamorada”, pues durante gran parte de la historia es el varón protagonista el que se siente irremediable y verdaderamente enamorado de la fémina, mientras que ella a cambio lo desestima y menosprecia.
El general revolucionario José Juan Reyes (Pedro Armendáriz), no puede remediar haberse enamorado de la arrogante, rica, brava y bella Beatriz Peñafiel (María Félix), a pesar de que ella ha sido con él muy repulsiva y lo ha rechazado, además de insultarlo e incluso abofetearlo cuatro veces. Contra viento y marea él persiste en el intento de conquistarla, por lo que una noche va con un trío de guitarristas cantores y situándose debajo del balcón de su casa, donde ella duerme, le hace la siguiente confesión: «Vengo a pedirle perdón Beatriz, pero quizás usted no me quiera escuchar. Yo le pido perdón y se lo pediré siempre sin esperar que me lo conceda. Tal vez mis palabras se pierdan antes de llegar a sus oídos, porque tienen que subir muy alto y su balcón está siempre cerrado. Por eso otras voces tendrán que decirle lo que usted no deja que yo le diga»:
(entonces el pretendiente le cede la voz al “Trío Calaveras”, quienes melódica y dulcemente cantan en forma de serenata “La Malagueña”, a la par que vemos las sucesivas reacciones que la canción va provocando en los ojos, el rostro y el cuerpo entero de la salerosa Beatriz mientras la escucha desde su alcoba)
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Pues bien, en “Enamorada”, oír “La Malagueña” mientras vemos esos hermosos ojos y semblante de María Félix, es algo sublime, un no sé qué exuberante que te deja huella cinematográfica en el alma. ¡Inolvidable! Un hito de la filmografía en lo que respecta a conquista de una resabiada mujer que se resiste a un hombre intensamente enamorado de ella. En verdad que la película debía llamarse “Enamorado”, en lugar de “Enamorada”, pues durante gran parte de la historia es el varón protagonista el que se siente irremediable y verdaderamente enamorado de la fémina, mientras que ella a cambio lo desestima y menosprecia.
El general revolucionario José Juan Reyes (Pedro Armendáriz), no puede remediar haberse enamorado de la arrogante, rica, brava y bella Beatriz Peñafiel (María Félix), a pesar de que ella ha sido con él muy repulsiva y lo ha rechazado, además de insultarlo e incluso abofetearlo cuatro veces. Contra viento y marea él persiste en el intento de conquistarla, por lo que una noche va con un trío de guitarristas cantores y situándose debajo del balcón de su casa, donde ella duerme, le hace la siguiente confesión: «Vengo a pedirle perdón Beatriz, pero quizás usted no me quiera escuchar. Yo le pido perdón y se lo pediré siempre sin esperar que me lo conceda. Tal vez mis palabras se pierdan antes de llegar a sus oídos, porque tienen que subir muy alto y su balcón está siempre cerrado. Por eso otras voces tendrán que decirle lo que usted no deja que yo le diga»:
(entonces el pretendiente le cede la voz al “Trío Calaveras”, quienes melódica y dulcemente cantan en forma de serenata “La Malagueña”, a la par que vemos las sucesivas reacciones que la canción va provocando en los ojos, el rostro y el cuerpo entero de la salerosa Beatriz mientras la escucha desde su alcoba)
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
«Que bonitos ojos tienes,
debajo de esas dos cejas,
debajo de esas dos cejas,
que bonitos ojos tienes.
Ellos me quieren mirar,
pero si tu no los dejas,
pero si tu no los dejas,
ni siquiera parpadear.
Malagueña salerosa,
besar tus labios quisiera,
besar tus labios quisiera,
malagueña salerosa,
y decirte niña hermosa,
que eres linda y hechicera,
que eres linda y hechicera
como el candor de una rosa.
(repite los cuatro últimos versos)
Si por pobre me desprecias,
yo te concedo razón,
yo te concedo razón,
si por pobre me desprecias.
Yo no te ofrezco riquezas,
te ofrezco mi corazón,
te ofrezco mi corazón,
a cambio de mi pobreza.
Malagueña salerosa,
besar tus labios quisiera,
besar tus labios quisiera,
malagueña salerosa,
y decirte niña hermosa,
que eres linda y hechicera,
que eres linda y hechicera
como el candor de una rosa.»
(repite los cuatro últimos versos)
María Félix, dijo una vez en una entrevista, que Gabriel Figueroa, el fotógrafo de la película, como principal responsable de esa toma, antes le hizo lavarse los ojos 21 veces con té de manzanilla hasta lograr el brillo que él requería.
El director, Emilio Fernández, quedó tan encantado con el clímax romántico de la toma que felicitó al “Trío Calaveras” (Miguel Bermejo, Pepe Zaldívar que había sustituido al hermano del anterior que abandonó el conjunto cuatro años antes, y Raúl Prado haciendo de tenor) por la forma tan seductora y emocional conque habían interpretado “La Malagueña”; tanto le gustó al indio Fernández el resultado, que no hizo falta repetir la toma ni una sola vez. Sólo intervienen Pedro Armendáriz, el “Trío Calaveras” y María Félix, pero la escena es fascinante, de una atmósfera enamoradiza extraordinaria ante la cual el más alejado espectador que la contemple en el tiempo, se transportará o quedará cautivado por la melodía, la letra de la canción, los ojos y las expresiones de la actriz. Cualquiera que vea esta escena de la serenata, en la época que sea, la considerará un momento arrebatador y excelso en la historia del cine.
El discurso del general José Juan Reyes también tiene su miga:
«Las revoluciones no se hacen para que algunos se hagan ricos a costa de la sangre de los que combaten por sus convicciones. Cualquier causa puede tener enemigos porque los hombres tienen derecho a pensar libremente o no son hombres libres. Se puede sentir respeto por el enemigo que lucha y muere por la causa que él considera justa, pero aquellos que se tambalean entre dos bandos, los que quieren estar bien con todos, los que no son enemigos de nadie cuando hay una lucha en los que se juegan los destinos de la patria, ésos son los verdaderos traidores, los bastardos, las sanguijuelas que se alimentan chupando la sangre de sus hermanos.»
Para mí, que esta arenga revolucionaria inspiró a Elia Kazan para el contenido del magnífico filme que él dirigiría seis años después, “¡Viva Zapata!”.
Fej Delvahe
debajo de esas dos cejas,
debajo de esas dos cejas,
que bonitos ojos tienes.
Ellos me quieren mirar,
pero si tu no los dejas,
pero si tu no los dejas,
ni siquiera parpadear.
Malagueña salerosa,
besar tus labios quisiera,
besar tus labios quisiera,
malagueña salerosa,
y decirte niña hermosa,
que eres linda y hechicera,
que eres linda y hechicera
como el candor de una rosa.
(repite los cuatro últimos versos)
Si por pobre me desprecias,
yo te concedo razón,
yo te concedo razón,
si por pobre me desprecias.
Yo no te ofrezco riquezas,
te ofrezco mi corazón,
te ofrezco mi corazón,
a cambio de mi pobreza.
Malagueña salerosa,
besar tus labios quisiera,
besar tus labios quisiera,
malagueña salerosa,
y decirte niña hermosa,
que eres linda y hechicera,
que eres linda y hechicera
como el candor de una rosa.»
(repite los cuatro últimos versos)
María Félix, dijo una vez en una entrevista, que Gabriel Figueroa, el fotógrafo de la película, como principal responsable de esa toma, antes le hizo lavarse los ojos 21 veces con té de manzanilla hasta lograr el brillo que él requería.
El director, Emilio Fernández, quedó tan encantado con el clímax romántico de la toma que felicitó al “Trío Calaveras” (Miguel Bermejo, Pepe Zaldívar que había sustituido al hermano del anterior que abandonó el conjunto cuatro años antes, y Raúl Prado haciendo de tenor) por la forma tan seductora y emocional conque habían interpretado “La Malagueña”; tanto le gustó al indio Fernández el resultado, que no hizo falta repetir la toma ni una sola vez. Sólo intervienen Pedro Armendáriz, el “Trío Calaveras” y María Félix, pero la escena es fascinante, de una atmósfera enamoradiza extraordinaria ante la cual el más alejado espectador que la contemple en el tiempo, se transportará o quedará cautivado por la melodía, la letra de la canción, los ojos y las expresiones de la actriz. Cualquiera que vea esta escena de la serenata, en la época que sea, la considerará un momento arrebatador y excelso en la historia del cine.
El discurso del general José Juan Reyes también tiene su miga:
«Las revoluciones no se hacen para que algunos se hagan ricos a costa de la sangre de los que combaten por sus convicciones. Cualquier causa puede tener enemigos porque los hombres tienen derecho a pensar libremente o no son hombres libres. Se puede sentir respeto por el enemigo que lucha y muere por la causa que él considera justa, pero aquellos que se tambalean entre dos bandos, los que quieren estar bien con todos, los que no son enemigos de nadie cuando hay una lucha en los que se juegan los destinos de la patria, ésos son los verdaderos traidores, los bastardos, las sanguijuelas que se alimentan chupando la sangre de sus hermanos.»
Para mí, que esta arenga revolucionaria inspiró a Elia Kazan para el contenido del magnífico filme que él dirigiría seis años después, “¡Viva Zapata!”.
Fej Delvahe