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Voto de Fej Delvahe:
10
5,6
492
Fantástico. Drama
André Luiz, el protagonista, nos muestra el mundo que nos aguarda tras la muerte. En una ciudad próspera y futurista, llena de vida y actividad, y organizada de un modo ejemplar, los espíritus recién llegados pasan por fases de rehabilitación y de educación espiritual bajo el control de espíritus de mayor categoría. (FILMAFFINITY)
7 de marzo de 2011
41 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Nosso Lar" (Nuestro hogar) es una visión espiritista del cielo y en parte también del purgatorio cristiano, sólo que todo ello aderezado con la creencia en la reencarnación. Basada en el libro del mismo título escrito por Chico Xavier, un médium brasileño autor de muchos libros que según él le dictaban distintos espíritus, en este caso uno de nombre André Luiz.
La obra plantea dos temas propios del cristianismo: el purgatorio y el cielo (aunque un cielo según el punto de vista espírita-kardeciano). El filme describe el hipotético estadio celestial de una manera positiva, consoladora, esperanzadora; algo que de hecho puede ser una bella ayuda para mucha gente con gran incertidumbre o temor ante la muerte y su más allá.
El filme contiene un buen número de mensajes espíritas, por ejemplo:
+ “El bien que hacemos es nuestro abogado por la eternidad.”
+ “Orgullo y egoísmo son las grandes llagas de la humanidad. Todas las maneras de servir son bendiciones.”
+ “Cuando el servidor está listo, el servicio aparece.”
+ “Lleva tiempo aceptar el destino que uno mismo creó.”
+ “Los lazos familiares son eternos cuando son construidos con amor.”
+ “Es preciso vivir encarnadamente para evolucionar. Hay lecciones que sólo en la Tierra se aprenden. (…) La reencarnación es la mejor escuela.”
+ “La vida no acaba y la muerte es un juego de ilusiones. Cerrar los ojos del cuerpo no decide nuestros destinos.”
Hay que reconocer el excelente trabajo que ha hecho la empresa “Intelligent Creatures” en la idealización de la ciudad celestial “Nosso Lar”. El resultado es cautivador, unas imágenes que nos imantan, que nos llenan de paz, de consuelo, que casi nos transportan al paraíso, que nos hacen desear: ¡ojalá fuera así! Sin duda, esta película ha logrado la mejor o una de las mejores recreaciones de la gloria que se han hecho en la historia del cine con argumento escatológico o metafísico.
El guión resumido de “Nosso Lar” es el de un médico brasileño llamado André Luiz que muere de repente y se despierta en un mundo tenebroso y oscuro (espanto da verlo), allí purgará sus errores o pecados cometidos mientras estuvo encarnado en la Tierra. Cuando más hundido y acosado está, pide perdón y auxilio a Dios. Entonces aparecen unos espíritus de luz que vienen de unas esferas superiores y celestiales para llevárselo en camilla. A partir de ahí, el protagonista llega a ese edén divino, maravillosamente acogedor, de magnífica luminosidad y belleza, donde empezará un proceso de recuperación de sus heridas, de aprendizaje, de adquisición de mayor conciencia, conocimientos y poderes espirituales.
Como dice el artista y escultor Anselm Kiefer, muy al cuento con el tema que aquí estamos tratando: “No podemos soportar no tener un cielo en nuestra mente.” En definitiva, para mí “Nosso Lar” es una de las interpretación más espléndidas y atractivas de ese cielo que los seres humanos podamos concebir mentalmente.
(...)
La obra plantea dos temas propios del cristianismo: el purgatorio y el cielo (aunque un cielo según el punto de vista espírita-kardeciano). El filme describe el hipotético estadio celestial de una manera positiva, consoladora, esperanzadora; algo que de hecho puede ser una bella ayuda para mucha gente con gran incertidumbre o temor ante la muerte y su más allá.
El filme contiene un buen número de mensajes espíritas, por ejemplo:
+ “El bien que hacemos es nuestro abogado por la eternidad.”
+ “Orgullo y egoísmo son las grandes llagas de la humanidad. Todas las maneras de servir son bendiciones.”
+ “Cuando el servidor está listo, el servicio aparece.”
+ “Lleva tiempo aceptar el destino que uno mismo creó.”
+ “Los lazos familiares son eternos cuando son construidos con amor.”
+ “Es preciso vivir encarnadamente para evolucionar. Hay lecciones que sólo en la Tierra se aprenden. (…) La reencarnación es la mejor escuela.”
+ “La vida no acaba y la muerte es un juego de ilusiones. Cerrar los ojos del cuerpo no decide nuestros destinos.”
Hay que reconocer el excelente trabajo que ha hecho la empresa “Intelligent Creatures” en la idealización de la ciudad celestial “Nosso Lar”. El resultado es cautivador, unas imágenes que nos imantan, que nos llenan de paz, de consuelo, que casi nos transportan al paraíso, que nos hacen desear: ¡ojalá fuera así! Sin duda, esta película ha logrado la mejor o una de las mejores recreaciones de la gloria que se han hecho en la historia del cine con argumento escatológico o metafísico.
El guión resumido de “Nosso Lar” es el de un médico brasileño llamado André Luiz que muere de repente y se despierta en un mundo tenebroso y oscuro (espanto da verlo), allí purgará sus errores o pecados cometidos mientras estuvo encarnado en la Tierra. Cuando más hundido y acosado está, pide perdón y auxilio a Dios. Entonces aparecen unos espíritus de luz que vienen de unas esferas superiores y celestiales para llevárselo en camilla. A partir de ahí, el protagonista llega a ese edén divino, maravillosamente acogedor, de magnífica luminosidad y belleza, donde empezará un proceso de recuperación de sus heridas, de aprendizaje, de adquisición de mayor conciencia, conocimientos y poderes espirituales.
Como dice el artista y escultor Anselm Kiefer, muy al cuento con el tema que aquí estamos tratando: “No podemos soportar no tener un cielo en nuestra mente.” En definitiva, para mí “Nosso Lar” es una de las interpretación más espléndidas y atractivas de ese cielo que los seres humanos podamos concebir mentalmente.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Yo en la reencarnación no creo, pero tampoco la descarto, aunque a día de hoy no la asumo entre mis convicciones. La reencarnación ha sido una creencia clásica en las religiones originadas en el hinduismo, es decir las llamadas “dhármicas”, entre las cuales destaca el budismo, las cuales afirman que existe un ciclo continuo de reencarnaciones (rueda del karma), hasta que el buen comportamiento (el buen propósito o dharma) quiebre en un momento dado este círculo vicioso y ocurra la liberación o nirvana. Occidental y modernamente esta hipótesis toma vigor con el espiritismo del francés Allan Kardec (1804-1869), pero se trata de una reelaboración de tal creencia menos patética que la oriental, más cristianizada y relajante.
En los años y experiencias que llevo acumuladas, he comprobado que las principales corrientes históricas de religión o búsqueda trascendente, espiritual, sobrenatural, coinciden en algo esencial (también el espiritismo y en concreto la película “Nosso Lar”): que “el bien que hacemos es nuestro verdadero abogado para la eternidad”, o dicho de otra manera, que lo que nos salva de verdad, aquello en lo que seremos juzgados (como decía santa Teresa de Ávila), es EL AMOR; es decir, EL BIEN QUE HAYAMOS HECHO; no si hemos creído en los dogmas que nos impartieron en las catequesis cristianas (o espíritas, que también ellos tienen sus catequesis y catequistas); en las supuestas visiones o comunicaciones desde el más allá; en que el sol o incluso el centro de nuestro planeta está habitado por espíritus; en si Jesucristo dijo todas esas cosas que dicen que dijo después de traducciones de más traducciones expuestas en los diversos libros llamados Evangelios, escritos por personas que no oyeron ni conocieron in situ ni en vivo al tal Nazareno, sino que recibieron la información de su vida y palabras, por vía oral transmitida de boca en boca tras década e incluso siglos y luego tales receptores las reinterpretaron y fueron poniendo por escrito hasta darle un formato literario; así como tampoco si nos creemos todo lo que dijeron Allan Kardec, Chico Xavier u otros muchos endiosados por sus sintonizantes y sucesores. Creo que es el bien realizado el que nos dará el plácet auténtico, aquí y más allá, para la felicidad y el bienestar más maravilloso.
En definitiva, que una cosa es creer en lo esencial y sobre todo en lo fundamental de VIVIR HACIENDO EL BIEN, independientemente de lo que se cree, y otra muy distinta, secundaria y no esencial, creer en cuestiones para nada fundamentales y que son paja, paja y más paja, la cual abunda en todos los grupos de iluminados o absolutistas de sus "verdades" (incluidos por supuesto muchísimos espíritas). La paja, para los burros, que por lo visto les encanta.
Fej Delvahe
En los años y experiencias que llevo acumuladas, he comprobado que las principales corrientes históricas de religión o búsqueda trascendente, espiritual, sobrenatural, coinciden en algo esencial (también el espiritismo y en concreto la película “Nosso Lar”): que “el bien que hacemos es nuestro verdadero abogado para la eternidad”, o dicho de otra manera, que lo que nos salva de verdad, aquello en lo que seremos juzgados (como decía santa Teresa de Ávila), es EL AMOR; es decir, EL BIEN QUE HAYAMOS HECHO; no si hemos creído en los dogmas que nos impartieron en las catequesis cristianas (o espíritas, que también ellos tienen sus catequesis y catequistas); en las supuestas visiones o comunicaciones desde el más allá; en que el sol o incluso el centro de nuestro planeta está habitado por espíritus; en si Jesucristo dijo todas esas cosas que dicen que dijo después de traducciones de más traducciones expuestas en los diversos libros llamados Evangelios, escritos por personas que no oyeron ni conocieron in situ ni en vivo al tal Nazareno, sino que recibieron la información de su vida y palabras, por vía oral transmitida de boca en boca tras década e incluso siglos y luego tales receptores las reinterpretaron y fueron poniendo por escrito hasta darle un formato literario; así como tampoco si nos creemos todo lo que dijeron Allan Kardec, Chico Xavier u otros muchos endiosados por sus sintonizantes y sucesores. Creo que es el bien realizado el que nos dará el plácet auténtico, aquí y más allá, para la felicidad y el bienestar más maravilloso.
En definitiva, que una cosa es creer en lo esencial y sobre todo en lo fundamental de VIVIR HACIENDO EL BIEN, independientemente de lo que se cree, y otra muy distinta, secundaria y no esencial, creer en cuestiones para nada fundamentales y que son paja, paja y más paja, la cual abunda en todos los grupos de iluminados o absolutistas de sus "verdades" (incluidos por supuesto muchísimos espíritas). La paja, para los burros, que por lo visto les encanta.
Fej Delvahe