La última vez que vi un filme del género western con verdadero apasionamiento y entusiasmo fue "Sin Perdón", de Clint Eastwood (USA 1992). "Enfrentados" desde el comienzo hasta el preciso momento en que los protagonistas llegan a esa poza de agua sucia donde hay una especie de indio que les pide peaje, hasta ese determinado instante, la película iba por el mismo camino que la citada y genial obra de Eastwood: es decir, de ser un filme para recordar, para renombrar, para emocionarnos y revisionarlo decenas de veces.

Pero, ¡qué 45 primeros minutos tan asombrosos, tan palpitantes, tan sobrecogedores!; ¡qué ritmo tan perfecto de filme inolvidable!, con enorme calidad interpretativa y un desarrollo seriamente estupendo. En verdad que "Enfrentados" iba por la senda de ser un enorme peliculón de los que dan la campanada, de los que ayudan a revitalizar el maravilloso género cinematográfico WESTERN. Además con unas tomas fotográficas que nos dejan admirados de belleza y buen filmar-fotografiar.

Sin embargo, de repente emerge el asterisco de lo que es ser un magistral director (como Clint Eastwood) y no serlo (como David Von Ancken). Los quince últimos minutos de "Sin perdón" son los de una auténtica obra maestra y en cambio los quince últimos minutos de "Enfrentados" son los de una auténtica mediocridad; algo típico en los directores que no son grandes ni geniales, que como los toreros no triunfadores, no saben rematar la faena.

Por lo tanto, película durante gran parte de su contenido, en vías de convertirse en un clásico de los que gustan y cautivan; pero que desgraciadamente la pifia en su parte final, dejando en el aire cierto tufo de guión que le ha resultado demasiado grande a quienes lo han convertido en filmación, no sabiéndolo acabar como merecería. ¡Lástima!, porque una película tan emocionante y buena en la mayor parte de su desarrollo no merecía una finalización tan absurda, irreal y poco convincente.

Fej Delvahe