Desde que fue estrenado este filme en 1997 lo habré visto unas seis veces y cada vez le hallo más enjundia y me gusta más. El desarrollo de la aventura y la incertidumbre se transmiten al espectador de una manera genial. Quizá lo único que está algo sobredimensionado es la insistencia en transmitirnos a un oso sanguinario, como si en esos parajes inmensos de Alaska ese tipo de animal no tuviera mejores acciones que atender que perseguir obsesionadamente a unos seres humanos.

Hay incluso momentos notables de humor en medio del desafío con la Naturaleza, con el oso y entre humanos mismos, como cuando Alec Baldwin (en el rol de abogado), le dice a Anthony Hopkins (que hace el papel de un muy inteligente, sensible y famoso hombre de dineros):
«—Antes, si ese oso se te hubiese acercado habrías llamado a tu abogado.»
A lo que el citado multimillonario responde con la calma de su sabiduría:
«—No, jamás le haría eso a un animal.»

Y el desenlace final es realmente bueno. Una película bien terminada, con gran calidad de acabado.

Fej Delvahe