Ha sido una gozada volver a ver “El tiempo en sus manos” (1960), de George Pal, una deliciosa adaptación de la novela de H.G.Wells, con regusto a serie B de calidad, a cargo de un director que destacó más como productor y con un reparto sin estrellas, pero con unos solventes Rod Taylor e Yvette Mimieux (adorable y bellísima en su inocencia).
spoiler:
Puede que la carga ideológica en la línea del socialismo utópico del original literario haya quedado diluida, pero la peli funciona como un entretenimiento de primer nivel y tiene un mensaje antibelicista insoslayable (sus primeros viajes al futuro le llevan a la I Guerra Mundial, a la II Guerra Mundial y a un 1966 sometido a la amenaza nuclear). Finalmente el protagonista se traslada al año 802.701, llegando a una sociedad aparentemente idílica, con gente hedonista que solo vive para el placer, ajena a preocupaciones, pero que pronto se descubre carente también de sentimientos y sometidos por los Morlocks, una raza que habita bajo la superficie terrestre y a la que sirven como alimento llegados a una edad. El protagonista se pondrá como objetivo liberar a la gente de este yugo. Como curiosidad la película se llevó el Oscar a los Mejores Efectos Especiales, pese a que, vistos ahora, nos suscitan una sonrisita displicente.