Tabloid es un documental, pero en él no hay nada de ficción. Allí está la cuestión más sugerente y sorprendente. Cuando se termina, si le dedicas el tiempo necesario a analizar el encadenamiento de sucesos y implicaciones, de psicologías entrecruzadas y de intereses interpuestos, y los alineas en su pertinente orden cronológico, intuyes que ni la más frenética imaginación literaria se hubiera atrevido a crear una historia tan excéntrica y surrealista. Y como rúbrica final, que de no estar obligados a atenernos a la realidad, cualquier crítico hubiera considerado desmesurado y un tanto fuera de contexto, aparece el remate pseudo-científico de la clonación animal; que no aporta nada al nudo principal, que no es sino un apéndice inútil. Pero que apéndice!

Los hechos que refleja Tabloid hubieran podido ser pasto de telenovela de no pulular entre ellos temas tan delicados. En cierta manera lo fue, pero a través de los periódicos sensacionalistas ingleses. Es de aquí de donde procede el título de la producción.

La historia de Joyce Mckinney y sus obsesiones lo tiene todo: su dosis de sexo negro, sus gramos de religión absorbente tan asiduos en Norteamérica, los apuntes éticos, las abigarradas descripciones psicológicas, un apartado romántico bastante increíble, una pizca de aventura y espionaje, y el asterisco final canino-científico.
La historia es deslumbrante.

La narración, la clásica del documental personal. Menos el camarada-esclavo difunto de Joyce, todos los otros participantes siguen vivos. Hablan directamente a cámara, son entrevistados. Sobretodo la protagonista, que se siente bien a gusto en su papel protagonista. Se ha de destacar la excepción del gran amor de la rubia modelo, del inductor "pasivo" de toda la trama esperpéntica, que, como es obvio, sumergido en su "phatos" moral se niega en redondo a participar en el proyecto.
La narración es clásica porqué se ciñe a este modelo de documental entrevista y no intenta nada más. Solo matiza ciertos momentos con imágenes de artículos periodísticos. Eso es todo. Y es bastante, porque la verdad es que el interés de la historia no necesita más. Se aguanta sola.

Fuera de la problemática de indole periodístico amarillento, la cual, que yo sepa, sigue tan vigente coma entonces, no se puede negar que la crónica de sucesos es barroca y fabulosa. Colosal. Daría para una docena de películas.

Dato: es para lectores de subtítulos rápidos.