El inicio es una sacudida y el desenlace es un mazazo. Zvyagintsev nos ofrece un nuevo retrato demoledor de la sociedad rusa, como en otras películas de su filmografía, acentuando el tono crítico a base de mostrarnos escenas cotidianas de unos personajes más bien grises. Aquí la crítica no se dirige tanto a las instituciones, ni se basa en las diferencias de clases, sino en la falta de solidaridad y empatía en la propia población. "Sin amor" es una película de estilo frío, tan gélida como la propia Rusia, llena de planos fijos con composiciones magistrales. Cada imagen, cada palabra, cada gesto, rezuma egoísmo y crueldad. El director nos muestra un ambiente social hostil e inhóspito. La crueldad de los personajes se nos muestra como una característica consustancial, arraigada desde generaciones anteriores, y que se mantiene instalada en las instituciones, en el trabajo y en la familia. Incluso las relaciones de pareja parecen lastradas por esta misma sensación. Los personajes parecen emparejarse por puro instinto, o por convención social, nunca por cariño o por un sentimiento de proyecto en común. En la Rusia de Zvyagintsev, la felicidad nunca es un objetivo compartido. Y, en este ambiente, la infancia se nos muestra como un estadio imposible.

La única pega, para mí, está en la parte central de la película, con el prolongado relato sobre la búsqueda del niño. Zvyagintsev disecciona la acción de manera prolija, pero sin aportar nada más a un espectador que ya está con el alma en un puño desde los primeros minutos de metraje, y que está aguantando el aliento hasta conocer un desenlace para el que se hace difícil augurar nada bueno. A mi entender, el tratamiento de la tensión narrativa estaba mejor conseguido en otras películas del director, como "Elena" o "Leviathan". Como digo, aquí los puntos de máximo interés están al principio y al final, y en un par de escenas implacables, como la de la casa de la abuela del niño o la del depósito de cadáveres. En cualquier caso, "Sin amor" es otro gran ejemplo de cine crítico, comprometido y conmovedor, que no deja indiferente.