A mi entender, “El viaje de Jane” es un buen documental, aunque queda lejos de ser una obra maestra debido al empeño del director de quedarse en un segundo plano y evitar un papel real de autor. Jane Goodall es un ser excepcional, y entre sus innumerables virtudes está la sencillez al transmitir su mensaje. Por ello, se hace especialmente necesaria la realización de documentales divulgativos como éste. Pero, precisamente por ello, “El viaje de Jane” adolece de un cierto tono hagiográfico, y sobre todo de mantener un discurso demasiado plano. Resulta muy interesante la narración sobre cómo una joven muchacha de familia acomodada inglesa decidió adentrarse en las selvas africanas para estudiar a gorilas y chimpancés, y me he quedado con ganas de conocer más sobre sus estudios y experiencias en aquellos años. Después, la película se limita a relatar una vida de activismo en la defensa del planeta, y en la reivindicación de una justicia social respetuosa con todos los pueblos y culturas. El director renuncia a cualquier toma de postura (no digamos ya de planteamiento crítico), con lo que “El viaje de Jane”, aun siendo interesantísimo por la fuerza del mensaje que difunde, termina resultando monocorde y hasta monótono. Lorenz Knauer se limita a la corrección formal, a la realización de planos visualmente bellos y a la estructuración de un guión coherente. El alma la pone sólo Goodall.