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España España · Barcelona
Voto de reporter:
7
Documental En junio de 2012, el guitarrista Paco de Lucía inicia una gira de once días por Europa. Lo que comienza como un seguimiento de sus rutinas como artista evolucionará hasta convertirse en un viaje introspectivo a su pasado, su memoria y las claves que le permitieron revolucionar el flamenco. Los vaivenes de un día simbólico de su gira, desde que amanece hasta que Paco y sus músicos terminan el concierto, funcionan como el esqueleto ... [+]
24 de octubre de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un lugar alejadísimo de Andalucía se erige un templo en forma de teatro colosal, en el que los mejores artistas de todo el mundo se apelotonan para disfrutar de su momento de gloria. Compartir ahí su talento con la que sin duda es una de las audiencias más distinguidas, entendidas y exigentes sobre la faz del planeta puede significar, si las cosas se tuercen, quedar enterrado por siempre bajo la vergüenza más insoportable. Precio tremendo a pagar por la que puede ser, eso sí, una recompensa infinitamente superior. Dejar huella en la Meca de las artes escénicas, pasar a la Historia, qué diablos, escribirla... tocar y ganarse un trozo del cielo. Ahí mismo está a punto de saltar al escenario un joven guitarrista que a pesar de no gozar de un nombre demasiado consolidado, sí viene excelentemente referenciado por algunos de los grandes sabios de un flamenco cuyo futuro, dicen, estará algún día en sus manos.

A pesar de esto, momentos antes de empezar, se palpa cierto nerviosismo entre los programadores, pues no acaban de tener claro que la propuesta para esta velada vaya a ser del agrado de un público que, no está de más repetirlo, está muy alejado (geográficamente y sensitivamente) de la tierra de la que provienen las notas que van a empezar a sonar en breves instantes... Y dicho esto, el problema con el que suelen toparse la mayoría de biopics (ya sea en su versión ficción o documental) es quedar excesivamente eclipsados por la persona a la que rinden estudio. Y sin necesidad de especificar si éste acaba derivando en homenaje, porque de ser así, se incrementa exponencialmente el riesgo de caer en una ceguera que hace perder el mundo -entero- de vista. El que una película dependa tanto del astro alrededor del cual gira, hace que si éste se apaga, el proyecto quede totalmente expuesto... solo que esto último no tiene por qué ser un obstáculo insalvable. Depende, en última instancia, y como casi siempre en el proceso de gestación cinematográfica, de quien realmente lleva las riendas de la aventura. De su capacidad de improvisación y de adaptación.

Famoso (por no decir legendario) es el caso de la mala suerte (estupendamente revertida) que acompañó a Wim Wenders en la construcción de lo que terminarían siendo dos espléndidos documentales. El primero, el imprescindible 'Buena Vista Social Club', resultado del intento fallido de llevar a la gran pantalla el proyecto musical ''Afrocubism'', transatlántica mezcla de influencias cuya imposibilidad (en aquel momento) obligó al cineasta alemán a centrarse exclusivamente en los ''Súper abuelos'' cubanos que, para alegría de todos, se valían ellos solitos (y lo que les sobraba) para las películas que hicieran falta. El segundo, el de la más reciente 'Pina', filme a priori marcado por la muerte de la mítica coreógrafa / bailarina alemana. Sin embargo, el director, que no perdió jamás el más profundo de los respetos hacia su musa, convirtió el dramatismo en espacio personal en el que poder respirar y actuar más por libre, dando origen así a una película logradamente atípica, tanto en el acercamiento a la figura de la propia Bausch, como en la narrativa empleada en un género normalmente encorsetado por los objetivos definitorios perseguidos.

Francisco Sánchez Varela, principal responsable detrás de 'Paco de Lucía: La búsqueda', se vio en una situación similar a ésta última. A pocos días (incluso a pocas tomas) de terminar su documental, el maestro se fue para siempre, con la faena (o ''la búsqueda'') a medio acabar... lo cual acabó suponiendo, a fin de cuentas, la definitiva (e involuntaria) constatación de que algo tan físico como el intento de plasmación de algo tan colosalmente etéreo, sólo podía hallar en la muerte su -imposible- resolución. Las buenas (por no decir excelentes) noticias están en que el documental, como si hubiera adquirido consciencia propia, sabe medir sus carencias (a saber, su preocupante falta de personalidad y fuerza a la hora de trazar, de forma anodinamente clásica, la biografía del legendario guitarrista) para así compensarlas con un éxito más que contundente en aquello que realmente importa, es decir, en lo referente a explotar la música del genio. Se convierte así el film en algo sorprendentemente cercano a lo que se suponía inalcanzable.

En un abrir y cerrar de ojos, se han superado los caprichos mitómanos de rigor, y resulta que estamos no sólo ante un cautivador documento sobre la cultura flamenca (casi nada), sino también un arrebatador testigo de la traumática (para bien y para mal) manera de vivir y sufrir, en las propias carnes, lo más grande. Esto es, el arte. Y sí, a la hora de la verdad, la voz en off es como si se cediera por completo a su legítimo dueño, es decir, al mismísimo Paco, genio y figura hasta la sepultura (''Siempre me consideré de izquierdas... hasta que gané dos millones de pesetas y los ingresé en el banco''). Y como no podía ser de otra manera, los dedos vuelven a crear endiablados torbellinos entre las cuerdas de su instrumento, y éste habla, y canta, y grita... y condensa la magia de un arte que no conoce fronteras (por si algún programador despistado todavía sufría). Duende por las nubes; piel de gallina. Y basta de buscar, porque durante unos instantes, es como si todas las respuestas estuvieran en las notas del pentagrama.
reporter
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