Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de reporter:
4
Drama Un padre que tiene una difícil relación con su hijo lo lleva a un internado para tratar de corregir su conducta, sin saber que el centro es poco menos que un centro de tortura. Debut en la dirección del premiado Xavi Giménez. "Cruzando el límite" -título original- se distribuirá internacionalmente con el título "Yellow". (FILMAFFINITY)
11 de noviembre de 2010
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Ni-Ni (que son aquellos jóvenes que Ni estudian Ni trabajan) están en boca de todo el mundo. No sólo por los programas de televisión que nos los dieron a conocer, sino también porque ahora parece que van a jugar un rol de peso en la agenda electoral de más de un partido político de cara a las inminentes elecciones autonómicas y municipales. Y es que ahora se ve que llevar una vida más parecida a la de un parásito ha enternecido a más de un mandatario que, de cara a los nuevos comicios y teniendo la mente puesta en las urnas, ha prometido a esos individuos una nada desdeñable suma de dinero, siempre y cuando se incorporen al mundo académico o al mercado laboral... faltaría más. La polémica está servida.

Los protagonistas de 'Cruzando el límite' hacen méritos de sobra para entrar en este infame grupo. Un día en su vida implica ponerse ciego de cualquier sustancia ilegal, liarse a ostias con otro grupillo, al igual que Alex y sus ''drugos'', desplomarse en una buena rave, y sobre todo, guardarse un poco de su valiosísimo tiempo para atormentar a sus ''viejos''. Es una horda de pequeños déspotas que han cimentado su reinado del terror y del exceso amparados por la tutela negligente de unos padres que lejos de propinarles la bofetada que hace tiempo que piden a gritos, ponen las mejillas que hagan falta para recibir una nueva muestra de ''cariño'' de sus vástagos... mientras se preparan para saltar a la yugular del que intente corresponderles con el mismo trato. Ante tal panorama se antoja imposible simpatizar con los personajes, tanto con los monstruitos como con sus creadores.

Éste es el primer escollo que debe sortear la película, ya que basa gran parte de sus argumentos en la empatía que puedan despertar sus protagonistas, que es más bien escasa. Debería bastar con decir que las primeras escenas tienen un más que preocupante parecido razonable con la infumable 'Mentiras y gordas'. Afortunadamente Pere Saballs i Nadal no sigue la hoja de ruta de González Sinde y compañía, simplemente la toma como punto de partida. El desarrollo lo resume el acrónimo CIMCA, que significa en Centro de Internamiento de Modificación de la Conducta Adolescente. Esta unión de palabrotas se traduce en el sitio donde dan caña a los jóvenes descarriados. Quien dice dar caña obviamente se refiere a torturar, en lo que acaba siendo una mezcla letal de secta religiosa y Guantánamo a la española. Tremendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow