Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de reporter:
8
Animación. Aventuras Tintín, un joven periodista dotado de una curiosidad insaciable, y su leal perro Milú descubren que la maqueta de un barco contiene un enigmático y secular secreto que deben investigar. A partir de ese momento, Tintín se verá acosado por Ivan Ivanovitch Sakharine, un diabólico villano que cree que el joven ha robado un valioso tesoro vinculado a un cruel pirata llamado Rackham el Rojo. Pero, con la ayuda de Milú, del cascarrabias ... [+]
28 de octubre de 2011
84 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy tintinólogo. No oculto mi condición, es más, la llevo con orgullo, y nunca olvido que una parte significativa de mi educación lectora se la debo a Hergé. A él y a su obra más célebre, obviamente. Las investigaciones del intrépido reportero Tintín, susceptibles todas ellas de terminar en un embolado de campeonato, me atraparon primero desde las viñetas y más tarde a través de su más que aceptable adaptación en formato de serie animada. Un camino recorrido por otros muchos millones de personas, lo cual para nada quita mérito a cualquiera que haya pasado por él.

Al fin y al cabo, estando las librerías de todo el mundo inundadas de cómics cuyos protagonistas hacían gala de unos superpoderes que les pondrían al mismo nivel de cualquier dios concebido a lo largo de toda la historia de la humanidad, es de aplaudir que un personaje se hiciera con el corazón de tantos lectores cuando solo tenía en su haber una mano tan humilde como lo es la compuesta por el ingenio, la valentía y claro está, por encima de todo, una capacidad innata para atraer y empaparse de cualquier aventura que se le presentara. Tintín no volaba, no tenía visión de rayos X, ni tenía una fuerza descomunal. Ni falta que le hacía.

Tintín era un simple reportero con el olfato siempre a punto... y que además tuvo la suerte de vivir en una época en la que el romanticismo era un concepto todavía vivo. Una época en la que la red de redes no era ni siquiera un proyecto, y en la que las bibliotecas eran la elección predilecta de todo buen sabueso. Una época en la que con una triste moneda podían adquirirse auténticos tesoros; en la que hasta los criminales más ruines vestían elegantemente y en la que el exotismo aún no había perdido su capacidad para maravillar, al existir todavía lugares que esperaban ser descubiertos. Se trata en resumidas cuentas de un escenario que ya hemos disfrutado antes, solo que con protagonistas distintos.

Porque un tal Doctor Indiana Jones, eminente arqueólogo, profesor universitario y buscador inagotable de problemas a tiempo parcial, tampoco gozaba de ninguna aptitud sobrehumana, sin embargo sigue encandilando aún a día de hoy a todo aquel que le hinque el diente a sus peripecias. El máximo responsable de su merecida fama es Steven Spielberg, que después del relativo batacazo que se dio en su última colaboración con el citado Indiana, andaba un poco perdido con una agenda rebosante de futuros proyectos y productos televisivos de dudosa calidad. Conoció mejores días el antaño indiscutible Rey Midas de Hollywood, cuyo mayor mérito a lo largo de los últimos años parecía ser el haberse fijado en la agudeza de J.J. Abrams, en un acto que desprendía cierto olor a relevo generacional.

¿Era la hora de pensar en una digna retirada para dejar sitio a los talentos emergentes? ¿Se había agotado la magia de uno de los cineastas más prodigiosos de todos los tiempos? Había indicios para temerse lo peor... pero los titanes no ceden su trono con tanta facilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow