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Voto de Martes Carnaval:
6
Drama Victor, su mujer Annette y su hija Pamela están a punto de abandonar Viena para trasladarse a París. Annette quiere creer que Viena ejerce sobre Victor una influencia negativa que consume sus energías. Ciega de amor, prefiere culpar a la ciudad antes que a él. Que sea un irresponsable que desaparece días y noches enteros, es para ella motivo de dolor, pero conserva la esperanza de que algún día recupere la cordura y la vida conyugal se ... [+]
14 de enero de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene un punto de encanto, pero también lo tiene de hastío porque la normalidad es aburrida. Cuenta sencillamente una historia sencilla. La historia es universal: de cómo nos podemos complicar la vida y conseguir a pulso ser desdichados, cuando nada nos obligaba a serlo. Una pareja con una niña de escasa edad y con problemas que no son insuperables se rompe por el afán del marido en buscar atajos a su situación, fabricándose paraísos artificiales, que se trocarán en auténticos infiernos. La ruptura da lugar al distanciamiento, y el distanciamiento al olvido. Como suele ocurrir en este tipo de procesos pagan justos por pecadores y una niña se queda sin un padre poco ejemplar, pero comprensivo y cariñoso. Cuando, transcurrido el tiempo, las cosas parece que se van a enderezar, una vez más la vida se muestra maestra en el arte de construir espejismos, pero lo que era una ausencia clamorosa ha vuelto a ser otra vez una referencia vital. No es para tirar cohetes, pero menos da una piedra.

La película tiene indudables aciertos. Destaco tres:

1 ) De cómo es la vida con niño, lo que siempre es evocador para quien ha pasado por ese trance: en el que uno tiene muchas servidumbres y su tiempo libre está mucho más hipotecado que en otras circunstancias, pero en el que, también, uno tiene la contrapartida de que se siente despojado de ese óxido de la personalidad que es el egoísmo, pues hay algo que le fuerza a ser desprendido, al menos a tiempo parcial. Los hijos nos humanizan y nos hacen mejores, de manera muy evidente en los años en que no son capaces de valerse por sí mismos. Es una experiencia, en mi opinión, recomendable, pero también una época que tiene principio y final, y cuando termina hay que asumir ese hecho sin dramatismo y pasar página sin intentar aferrarse a una situación que con sus luces y sombras, con sus enriquecimientos y empobrecimientos, con sus ventajas e inconvenientes ha pasado a ser historia.

2 ) El proceso de reencuentro, en el que la directora Mia Hansen-Løve muestra su gran sensibilidad, dedicándole un porcentaje considerable del metraje de la película, inversión muy rentable porque deja un buen sabor de boca por su exquisita delicadeza.

3 ) El recurso a la poesía del protagonista que connotará ya inevitablemente su evocación futura. No hay legado que embellezca más la imagen de alguien que el formado por unas bellas, oportunas y sentidas palabras. La lírica es una competente suministradora de ellas.

En resumen, es ésta una de esas películas que si bien cuando se está viendo puede no levantar pasiones, como el buen vino, mejora en la barrica del recuerdo, con el paso del tiempo.
Martes Carnaval
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