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Voto de Martes Carnaval:
6
Drama Cuba, 1993. Eunice es una adolescente que huye del acoso sexual de su padre. Alejandro es un joven rockero que, después de robar en una farmacia, se dirige a La Habana con un par de amigos. El destino hace que los dos jóvenes se encuentren en la carretera y, a partir de ese momento, emprenderán juntos la búsqueda del Paraíso. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2011
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Boleto al Paraíso" ha tenido un gran éxito en las pantallas —y en las descargas pirata— cubanas y ha sido muy celebrada en el Festival de Cine de la Habana ("De Nuevo Cine Latinoamericano") y seleccionada para representar al país caribeño en los Premios Goya. Viene pues avalada por la crítica y el público cubano, que no son precisamente complacientes con su propio cine —todo cubano es un Carlos Boyero en potencia—.

El régimen castrista desde hace años ha tenido la inteligencia de ser muy contenido en la censura de películas que, presuntamente, iban a dar una imagen del país fuera de sus fronteras, por ser conciente de que, en el exterior, la propaganda militante es contraproducente y que una moderada autocrítica en aspectos no fundamentales concita simpatías.

Es una película que, por el mismo precio, incluye varias cosas: un documento sobre la realidad cubana —aunque la acción transcurre en los primeros años 90, en Cuba el tiempo se remansa, aunque sería injusto no constatar que se han producido mínimos avances en cuanto a tolerancia y reconocimiento de derechos civiles—, un testimonio de denuncia sobre el abuso sexual en el ámbito familiar —que entronca con nuestra reciente y valiente "No tengas miedo"—, la historia de una relación sentimental al límite y un moderado grito de libertad o, al menos, su fuerte y clara pronunciación.

Las interpretaciones son notables, con la participación —aunque no en los principales papeles— de grandes actores cubanos, como Jorge Perugorría ("Fresa y chocolate") o Luis Alberto García ("Guantanamera"). Destaca la pareja protagonista. Tanto Miriel Cejas (Eunice), como Héctor Medina (Alejandro) están a la altura de lo que se espera de ellos: encarnar a una atractiva pareja, cuyas posibilidades están condicionadas por las tragedias familiares que, por motivos distintos, sus dos componentes arrastran.

A media proyección se da un giro inesperado y el guión cambia completamente de rumbo, cogiendo desprevenido al público espectador que tenía ya sus neuronas afiladas para otro desenlace.

A la película, a la que condiciona la limitación de medios, la redime, como en otras ocasiones en el cine cubano, su gran humanidad. Quizás la mayor pega que se le puede hacer es que su argumento central es inverosímil. La vida no tiene la servidumbre de tener que ser verosímil; el cine sí. El director, Gerardo Chijona ("Adorables Mentiras", "Perfecto amor equivocado"), se ha escudado en la evidencia de que está rigurosamente basado en sucesos reales —recogidos en el libro, "Confesiones de un médico", donde el Dr. Jorge Pérez habla de experiencias profesionales vividas como Director de un sanatorio— pero no sé si, aún así, será suficiente.
Martes Carnaval
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