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Voto de Martes Carnaval:
8
6,0
3.152
Drama
Historia de la relación entre un padre y su hija a lo largo de 25 años. Todo comienza en Nueva York en la década de los 80, donde Jake Davis, novelista ganador del Pulitzer y viudo reciente tras la muerte de su esposa, lucha contra una enfermedad mental al tiempo que intenta criar a Katie, su hija pequeña. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2016
54 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Independientemente de alguna pega que se le puede poner a esta película en cuanto a que algunos de los personajes se retratan de una sola pieza —sin matices ni contradicciones— y de la ducha escocesa de emociones que a algún sector del público le puede contrariar, ésta es una película que funciona muy bien y que creo cumple los objetivos previstos en su diseño: Habrá espectadores que se sientan identificados con alguno de los protagonistas, nos hace reflexionar, nos emociona —aunque la emoción, como el miedo, es libre— y reivindica la vida.
El gran mérito de la película es su construcción, que permite que funcione tan bien, ya que para contar la historia, que se compone, a su vez, de dos historias distanciadas en el tiempo —una de las cuales condiciona a la otra—, renuncia a hacerlo cronológicamente, y opta por entremezclarlas, pero no en grandes bloques como estamos acostumbrados a ver en la utilización de "flashbacks", sino prácticamente mezclando las secuencias de cada historia, una a una: A cada secuencia de la primera historia le sigue una secuencia de la segunda.
Eso que se dice muy fácil es muy difícil de llevar a la práctica, porque lo normal sería que hubiese alguna secuencia que ofreciese dudas acerca de a qué historia pertenecía, con la consiguiente desorientación, y la película empezaría así a venirse abajo. Para evitar estas posibles confusiones se utiliza un recurso, que es el de que cada historia se cuenta desde el punto de vista de uno de los dos protagonistas de la relación que da título a la película: "de padre a hija". Es decir de la primera historia no sabemos nada ni lo sabemos antes de lo que lo sabe el padre —sólo sabemos lo que sabe él—, y de la segunda no sabemos nada ni lo sabemos antes de lo que sabe la hija cuando ya es adulta. Así la estructura acaba resultando de una claridad meridiana porque en ninguna secuencia van a coincidir el padre y la hija adulta.
Este planteamiento fílmico tiene unas consecuencias que dan solidez y sentido a la película:
1 ) La dota de un aroma de suspense en la medida en que vamos desentrañando lo que sucede en la segunda historia a medida que vamos conociendo la primera.
2 ) Impide la acumulación dramática que, narrados los acontecimientos secuencialmente, terminaría abrumándonos a una determinada altura de la proyección.
3 ) Al renunciar a que la hija cuente toda la historia —podría haberlo hecho perfectamente a través de sus recuerdos—, nos hace valorar más la relación del padre con ella, ya que conocemos mucho más los sacrificios que ha comportado para él, hasta qué punto es un luchador, un hombre que se esfuerza titánicamente por no verse sobrepasado por las circunstancias y que hace del cuidado de su hija la razón de ser de su vida.
La primera historia es la de una relación entrañable y ejemplar entre un padre cariñoso, comprensivo y creativo y una niña muy espontánea y madura para su corta edad —la seguimos desde los cinco a los ocho años—. Kylie Rogers, en su papel de Katie niña, es un auténtico fenómeno de la naturaleza ya que con sus once años tiene la interpretación de una actriz consagrada.
De la segunda historia doy mis claves personales en el spoiler.
El gran mérito de la película es su construcción, que permite que funcione tan bien, ya que para contar la historia, que se compone, a su vez, de dos historias distanciadas en el tiempo —una de las cuales condiciona a la otra—, renuncia a hacerlo cronológicamente, y opta por entremezclarlas, pero no en grandes bloques como estamos acostumbrados a ver en la utilización de "flashbacks", sino prácticamente mezclando las secuencias de cada historia, una a una: A cada secuencia de la primera historia le sigue una secuencia de la segunda.
Eso que se dice muy fácil es muy difícil de llevar a la práctica, porque lo normal sería que hubiese alguna secuencia que ofreciese dudas acerca de a qué historia pertenecía, con la consiguiente desorientación, y la película empezaría así a venirse abajo. Para evitar estas posibles confusiones se utiliza un recurso, que es el de que cada historia se cuenta desde el punto de vista de uno de los dos protagonistas de la relación que da título a la película: "de padre a hija". Es decir de la primera historia no sabemos nada ni lo sabemos antes de lo que lo sabe el padre —sólo sabemos lo que sabe él—, y de la segunda no sabemos nada ni lo sabemos antes de lo que sabe la hija cuando ya es adulta. Así la estructura acaba resultando de una claridad meridiana porque en ninguna secuencia van a coincidir el padre y la hija adulta.
Este planteamiento fílmico tiene unas consecuencias que dan solidez y sentido a la película:
1 ) La dota de un aroma de suspense en la medida en que vamos desentrañando lo que sucede en la segunda historia a medida que vamos conociendo la primera.
2 ) Impide la acumulación dramática que, narrados los acontecimientos secuencialmente, terminaría abrumándonos a una determinada altura de la proyección.
3 ) Al renunciar a que la hija cuente toda la historia —podría haberlo hecho perfectamente a través de sus recuerdos—, nos hace valorar más la relación del padre con ella, ya que conocemos mucho más los sacrificios que ha comportado para él, hasta qué punto es un luchador, un hombre que se esfuerza titánicamente por no verse sobrepasado por las circunstancias y que hace del cuidado de su hija la razón de ser de su vida.
La primera historia es la de una relación entrañable y ejemplar entre un padre cariñoso, comprensivo y creativo y una niña muy espontánea y madura para su corta edad —la seguimos desde los cinco a los ocho años—. Kylie Rogers, en su papel de Katie niña, es un auténtico fenómeno de la naturaleza ya que con sus once años tiene la interpretación de una actriz consagrada.
De la segunda historia doy mis claves personales en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Katie adulta (Amanda Seyfried) es una mujer independiente, con una posición económica desahogada, con criterio y con el control de su vida, que estudia Psicología. Reconoce en la consulta de su psicoanalista que su incapacidad para el amor sentimental le lleva a una promiscuidad sexual, de relaciones de una sola noche, que le "sienta bien" y que le libera de cualquier compromiso. Ante la pregunta de si ha amado alguna vez en su vida, contesta que una sola. Ésta es la clave de su personalidad. Al haber querido tanto a su padre (al único hombre que ha querido) —afecto reforzado por su condición de huérfana de madre muy temprana— vivió su pérdida, también muy prematura, con un gran desgarro, y cuando ya es adulta se niega amar por su terror a la posibilidad de una nueva pérdida, ya sea por abandono o por desaparición física.
Cuando aparece en su vida Cameron (Aaron Paul) lo hace a través de su padre, pues inicialmente lo que le atrae de ella es que sea hija de su escritor más admirado. Cameron prima inicialmente en su relación con Katie la conversación a la cópula —de hecho, tardan en acostarse, al contrario de lo que había ocurrido en la relación de Katie con los otros hombres hasta aquel momento— . La relación sigue adelante, Cameron se va a vivir con ella y se le nota enamorado, pero los miedos atávicos de Katie aparecen con cierta regularidad hasta que decide romper con él, rehuyendo decírselo abiertamente.
El final feliz no me parece contraindicado, tratándose de una vida, como la de Katie, de tanto sufrimiento afectivo. Y, además, ¡qué caramba!, el cine es ficción. Pues que lo asuma.
Cuando aparece en su vida Cameron (Aaron Paul) lo hace a través de su padre, pues inicialmente lo que le atrae de ella es que sea hija de su escritor más admirado. Cameron prima inicialmente en su relación con Katie la conversación a la cópula —de hecho, tardan en acostarse, al contrario de lo que había ocurrido en la relación de Katie con los otros hombres hasta aquel momento— . La relación sigue adelante, Cameron se va a vivir con ella y se le nota enamorado, pero los miedos atávicos de Katie aparecen con cierta regularidad hasta que decide romper con él, rehuyendo decírselo abiertamente.
El final feliz no me parece contraindicado, tratándose de una vida, como la de Katie, de tanto sufrimiento afectivo. Y, además, ¡qué caramba!, el cine es ficción. Pues que lo asuma.