Durante aquellos domingos de flan de polvos, asado y garrapiñadas; el cine DISOL ofrecía películas infantiles a las tres de la tarde. Daba igual lo que programasen, el cine de los domingos, era algo que jamás perdíamos. Obligaba a mi padre, a que me llevase muy pronto, siempre antes de las dos y media; y allí nos dirigíamos en nuestro seiscientos, a sacar la entrada y hacer cola, esperando ser de los primeros en subir al gallinero... la zona más barata.

EL MUCHACHO Y SU MONTAÑA, fue una de aquellas estupendas películas, tal vez la que más me fascinó. Han pasado tantos años desde entonces... Pero nunca desaparecieron de mi pequeña cabeza infantil, aquellas imágenes enraizadas, que todavía conservo.
Me gustaría recuperarla, aún sabiendo que hoy me enfrentaría a un producto diferente; consciente que el tiempo y la vida nos han cambiado... a ella.... pero sobre todo a mi.