Pese a su bajo presupuesto y un comienzo de telefilm, a medida que avanza va encontrando su espacio. El guión no esconde sorpresas y se nos ofrece a través de un suspense con tramos convencionales y otros bien gestionados por el eficaz ritmo que ha conseguido imprimir su director.

Las interpretaciones son buenas, aunque corresponde a Christian Slater, acaparar mayoritariamente la atención del espectador.
Con este thriller se demuestra que, incluso perteneciendo a un género recurrente, todavía se pueden entregar películas entretenidas de las que disfrutar.

Una curiosidad: ¿Por qué en la mayoría de películas americanas, añaden una escena donde algún personaje golpea una máquina de bebidas o aperitivos, tras meter la moneda?