Una película de género fantástico francesa buena para echarse una siesta, la historia que nos cuenta parece improvisada y los diálogos y posturitas de los protagonistas rozan el ridículo.

Lo que partía como una idea que podría haber sido original, desvaría hasta unos límites que te hacen perder la paciencia. Un gran fallo que los directores Caroline Poggi y Jonathan Vinel que han apostado solo por una estética visual buena, abandonando un buen guion que pudiera haber creado unos buenos personajes.

En una sociedad distópica bandadas de drones armados, que son una especie de policías o fuerzas especiales, deambulan por las ciudades en busca de peligrosos delincuentes. Una mujer comienza a reunir a este tipo de gente que son huérfanos violentos, los entrena, los arma y les da el cariño que necesitan. Ellos forman una familia especial que se dedicara enfrentarse a esta sociedad.

La película no aclara porque o contra quien luchan, se pierde en unas situaciones raras que no conducen a una historia coherente, sin embargo el personaje de Jessica parece una figura divina, una madre que estos chicos tienen que seguir a ciegas. El grupo de chicos se vanaglorian de ser unos completos criminales que han realizado toda clase de matanzas, pero eso parece no importarle a Jessica. Algo que tampoco consigues entender y provoca cierto rechazo.

Una estética y narrativa extraña en este film que pudo verse en algunos festivales como el de Sitges. Puede salvarse algo innovador en su puesta en escena, pero el ritmo tedioso y la poca coherencia de su guion hacen que su visión sea un poco insufrible.
Destino Arrakis.com