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Voto de Eric Packer:
8
5,6
10.506
Terror. Thriller
Jesse es una chica que llega a Los Angeles, California, para hacer su sueño realidad: convertirse en supermodelo. Pero su juventud y belleza despertará al demonio, y se verá atrapada en un peligroso mundo de envidias y celos en el que las modelos están dispuestas a todo para triunfar. (FILMAFFINITY)
16 de septiembre de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película vacía. Fue el primer comentario tras haber visto The Neon Demon: llena de luces de colores, de música electrónica agradable y caras bonitas. Pero, a fin de cuentas, una película sin nada, vacía. 7 días después las cosas han cambiado, en la cabeza sigue dando vueltas esa escena final que aún no he podido digerir y esto me ha obligado a verla por segunda ocasión. La interpretación ahora es que lo más probable es que la película haya sido concebida así para dar la apariencia de vacuidad que hay no sólo en las pasarelas y en las vidas de aquellos que viven para y por la moda (donde la belleza y el reconocimiento son efímeros), escenario en el que se desenvuelve la historia, pero bien pudo haber utilizado cualquier otro ámbito para contar la historia del cachorro enfrentándose a la hostilidad de los lobos veteranos con el fin de encajar en la manada; bueno, a lo que iba: lo que se nos cuenta en The Neon Demon, al interior de este microcosmos lleno de glitter y de la mejor iluminación para disimular imperfecciones, no es más que la degradación del ser humano, una metáfora para representar la actualidad del más cruel de los mundos y la mejor forma para sobrevivir en él.
Al inicio, luego de una breve lluvia de escarcha sobre un fondo azul, vemos a Jesse tumbada en un sofá, degollada y formando un charco de sangre rojo oscuro en el suelo, como recién salida del baile de graduación de Carrie o como una muñeca de porcelana rota, la toma se abre –remembranza del final de la Montaña Sagrada de Jodorowsky– para descubrir que la muerte es simulación y está posando para un fotógrafo. La vida de alguien siendo observada bajo cualquier tipo de lente que esté enfocando directa, exclusivamente a ese alguien desvirtúa su realidad, puesto que la realidad se vuelve ahora en perspectiva del que observa, ese ojo es una amenaza que tarde o temprano hará cambiar el comportamiento de lo observado que ya no es sujeto sino un objeto manipulado (maniquí, títere) al antojo de aquel que está detrás de la lente, de ahí la importancia de elegir a quién se le permite estar detrás de la cámara, de ahí la navaja cortando el ojo en la primera película de Buñuel.
Al inicio, luego de una breve lluvia de escarcha sobre un fondo azul, vemos a Jesse tumbada en un sofá, degollada y formando un charco de sangre rojo oscuro en el suelo, como recién salida del baile de graduación de Carrie o como una muñeca de porcelana rota, la toma se abre –remembranza del final de la Montaña Sagrada de Jodorowsky– para descubrir que la muerte es simulación y está posando para un fotógrafo. La vida de alguien siendo observada bajo cualquier tipo de lente que esté enfocando directa, exclusivamente a ese alguien desvirtúa su realidad, puesto que la realidad se vuelve ahora en perspectiva del que observa, ese ojo es una amenaza que tarde o temprano hará cambiar el comportamiento de lo observado que ya no es sujeto sino un objeto manipulado (maniquí, títere) al antojo de aquel que está detrás de la lente, de ahí la importancia de elegir a quién se le permite estar detrás de la cámara, de ahí la navaja cortando el ojo en la primera película de Buñuel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Jesse es una forastera de dieciséis años, huyendo quizás de un pasado terrible que no se desvela jamás en la historia, paga la habitación de un motel en Los Ángeles adonde pareciera que han ido a parar sólo almas en pena –en alguno de los otros cuartos bien pudiera estar tomando una ducha Marion Crane la fugitiva de Psycho– y que de administrador tiene a un desaseado tipo sin escrúpulos; su único refugio es Dean, un joven que cuando ya avanzados en la trama a Jesse le toca decidir entre el diseñador de modas que la ve como “a diamond in a sea of glass” o él quien admite que su belleza interior es su mayor virtud, lo abandona a su suerte sin decir agua va y sin importarle romper su corazón. Otra aparente aliada es Ruby –la maquillista cuyo oficio, y no por casualidad, además de hacer desaparecer las marcas de desvelo en chicas guapas, consiste en intentar dotar de vida el cutis de cadáveres en la funeraria– quien al ver a Jesse por primera vez la contempla como quien ha visto entre fulgores celestiales una aparición mariana, o quien tras aplicarle el rubor hace las veces de Pigmalión cincelando a su Galatea, o algo así. Tras una breve y primera conversación Ruby se lleva a Jesse a una fiesta donde en un baño kubrickiano, parecido en lo fantasmagórico al del hotel Overlook de The Shining, se encuentran con 2 top models que a los 21 ya están casi en las postrimerías de sus carreras. Frívolas y hostiles, serpientes con piernas largas, Gigi y Sarah junto a Ruby formarán la triada de harpías que a lo largo de la película perseguirán como sombras –como las de las garras de Nosferatu en la película muda de Murnau–, el recorrido que ha decidido iniciar Jesse para conseguir fama y fortuna a través del único don nato que posee, su belleza. The Neon Demon no es una película de terror y por más que se diga que tiene mucho de Suspiria de Argento, si acaso le roba el juego de luces de colores. Tiene más parecido con The Master de P.T. Anderson, que obliga al espectador a involucrarse con la trama para así crear sus propias conjeturas, con Maps To The Stars de Cronenberg al hacer ambas de manera osada una crítica rapaz y grotesca a medios en los que el éxito deviene fracaso de la noche a la mañana y donde imperan la miseria humana y el vampirismo; pero es quizás el surrealismo de Lynch en Mulholland Drive la semilla de la que brotó The Neon Demon: y, es que si a ambas historias (aunque laberínticas y llenas de simbología como el puma en la cama de Jesse que le impide entrar a su habitación que remite un poco a los osos negros de El Ángel Exterminador de Buñuel) se las quiere, por así decirlo, desglosar en un principio, un nudo y un final estos son muy fáciles de reconocer ya que las dos películas nos cuentan la llegada de una chica inocente a Los Ángeles que decide entrar de lleno al juego de Hollywood y, finalmente, cuando ya despegada del suelo por la fama y la soberbia (subida en el trampolín más alto de una piscina sin agua), sufre la estrepitosa caída. En pocas palabras The Neon Demon (así como Mulholland Drive) a través de la vida de Jesse (o de Betty) nos cuenta algo así como qué hubiera pasado si Jesucristo hubiera cedido ante las tentaciones del Demonio (en este caso el Demonio pareciera que son versiones de la misma mujer aunque con distintas fisonomías) y cómo esto (perder su identidad) le llevó a su propia ruina. Jesse y el demonio Neón. Pero, bueno, esta es sólo una interpretación más, habrá que verla por tercera vez hasta que el final, ese final, esa mirada azul deje de ser una obsesión.