Ciencia ficción, sí. También la poderosa narración dramática habitual en Villeneuve donde todo es notable. Los actores, la ambientación, el tempo. Y, en este caso, con una propuesta original en cuanto a dónde poner el foco dado el conflicto clásico: vienen los marcianos y qué hacemos. Ahí es donde tiene toda su fuerza adentrándose en el tema del lenguaje y cómo éste determina nuestra manera de sentir.

Lástima que a medida que avanza se va desinflando, como si a los asesores de filosofía los hubieran despedido por culpa de algún desencuentro. O hubieran simplificado al máximo su propuesta olvidando las espectativas creadas. Y entonces, ves las costuras rematadas con prisa. La peli se cae y tienes que jugar a no hacerte demasiadas preguntas, guardar la lupa y entregarte. Pero la falta de emoción verdadera, pese a jugar con esas claves hasta el final, no ayuda a hacerlo.

No es esa gran película, de la que hablan. Por desgracia, porque apuntaba a serlo. Por supuesto, merece la pena verla.