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España España · Madrid
Voto de Azira:
6
Drama Pablo, "el Meca", "el Sebas", y Ángela son cuatro muchachos que quieren escapar del ambiente marginal en el que viven. Para ello, necesitan conseguir dinero, aunque no están dispuestos a trabajar durante años para poder ahorrar. Ellos solo piensan en conseguirlo rápidamente y en vivir deprisa. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2009
46 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda lo que más aprecio de esta película, a 30 años vista, es el valor que tiene como documento antropológico y sociológico de los barrios marginales del extrarradio madrileño, recién estrenada la democracia española.

Retrata la situación, a finales de los 70 y principios de los 80, de buena parte de los hijos de los inmigrantes, sobre todo andaluces y extremeños (Pablo y el Meca tienen deje andaluz), que llegaron a Madrid en aluvión 10 ó 20 años antes.

Tras la muerte de Franco y coleando aún la gran crisis económica de los años 70, estos chicos se encontraron de repente con una libertad malentendida (todo vale) y con unas perspectivas socioeconómicas sombrías. Así, la droga empieza a moverse por los barrios marginales, haciendo estragos entre una población juvenil avocada al fracaso escolar, la precariedad laboral e incluso a la delincuencia, como es el caso de los protagonistas.

Hay numerosos planos generales de las barriadas construidas a marchas forzadas para acoger a la abundante inmigración sobrevenida, fruto del desarrollismo de los 60. Son barrios apenas iluminados, sin servicios públicos, polvorientos, sin asfaltar, deprimentes.

También es descriptiva la visión panorámica del pueblo castellano al que van los protagonistas: seguramente no ha cambiado apenas en cientos de años. Allí claramente tampoco hay alternativas.

Curiosamente, este es un fenómeno que puede volver a repetirse en España pronto con los hijos de los inmigrantes iberoamericanos y africanos llegados desde el año 2000, y que en un contexto económico funesto y con una libertad desconocida para ellos puede conducirles a la marginalidad.

Por otra parte, lo más importante de la película, es decir, la trama, los diálogos y la actuación son bastante pobres y a veces inverosímiles. Creo que de esto no hay duda. Así por ejemplo, Pablo está totalmente acartonado en sus movimientos e interpretación. Como otro crítico ha apuntado con gracia ¿por qué diantres Ángela no se pone un pasamontañas como los demás y deja de atusarse ese ridículo bigotito? También es sorprendente la rápida transformación de Ángela de modosita camarera a asesina vengativa. Finalmente, la música aflamencada, cutre y hortera de los Chunguitos se me hace insufrible por momentos, aunque supongo que eso también formaba parte de esos ambientes.

Una de las pocas escenas que me ha conmovido es el final de la película cuando Ángela se marcha al atardecer entre decenas de niños jugando, correteando y haciendo fogatas. A esos niños tampoco se les adivina un futuro muy alentador. A ella ¿quién sabe?
Azira
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