Nos encontramos ante una de las consideradas grandes comedias, y uno de esos nuevos clásicos que se van incorporando al mundo cinematográfico.
Nunca había visto este film y la verdad es que mi espectación era mayúscula después de todo lo que me había comentado la gente. Lo que me aportó al finalizar la hora y media de metraje fue una historia con algún que otro momento divertido, con diversas frases ingeniosas, y con una historia que no está del todo mal. En ningún momento tuve la sensación de encontrarme ante una joya del cine, sino ante una comedia con grandes momentos y buenas interpretaciones, pero que se le considera en muy alta estima.
Tal vez sea que la gente me llenó la cabeza con que iba a descubrir una gran historia, una gran película; que al final esa ilusión se me desinfló un poco.
Con esto no quiero decir que el film no merezca la pena. No es así. Tiene momentos muy divertidos (impresionante ese momento de fingimiento de orgasmo de Meg Ryan), y además cuenta con grandes frases que dice ese peculiar personaje protagonizado por Billy Crystal. En algunas ocasiones recuerda en cierto modo a algunos films de Woody Allen, debido al formato en que Rob Reiner rueda, y en las características del guión.
En fin, comedía mítica del cine que reflexiona sobre si dos personas de distinto sexo pueden tener únicamente una amistad sin llegar a nada más. Comedia que cuenta con buenos momentos y frases muy inteligentes, pero que en cierto modo no llega a profundizar tanto como uno espera.