Bueno, realmente el título de la crítica es por hacer el guiño al título de la película, ya que en ningún momento tuve ese gozo, pues no esperaba ninguna genialidad por parte de esta inapetente secuela. Que aún en la primera, tenía su cosa por la novedad, pero aquí...

Así que me uno incondicionalmente a todos aquellos que bostezaron. Me uno a los que se aburrieron, a los que los minutos se les hicieron horas a partir de los 40 transcurridos. Me uno a los que ya empiezan a ver que el cine japonés de terror no es lo que nos han hecho creer.

Soy partidario de segundas, terceras, incluso de quintas partes si se es capaz de repetir fórmula dando vidilla al asunto. Pero aquí caen en la repetición absoluta y descarada. En esta continuación no ha habido ni una sola pincelada de novedoso con respecto a su antecesora. Ves exactamente lo mismo. Quien disfrutara de la primera entrega podría hablar perfectamente de esta segunda aun sin haberla visto.
Incluso, fíjense en que les digo, que soy también partidario de películas llenas de tópicos. De verdad que si son entretenidas no me importa que estén calcadas a otras. Pero eso no lo consiento en una segunda parte. No puedes decir lo mismo que en tu predecesora. La gente ya sabe lo que hay, ahora toca contar otra cosa.


Y quedan algunos flecos sin resolver; ¿Quién paga las facturas de las llamadas de los fantasmas?... alguna compañía telefónica hará el gasto ¿no?. Preguntas así de tontas son las que tiene sentido para comentar la peli. Porque no hay más.