Lo peor que le puede pasar a un thriller psicológico sin duda alguna es que comparta género con el terror. Cada vez lo tengo más claro; el terror es el cáncer del thriller. Él es quien se encarga de tirar por el retrete en dos minutos todo ese halo de misterio que fue creado pasito a pasito su compañero genérico. Esto se puede ver en millares de cintas, y The Brøken, es un claro exponente.

Si aún no la viste y echas un vistazo a la sinopsis, comprobarás que lo que hay escrito provoca que te frotes las manos pensando en que como mínimo, la cinta puede resultar interesante. Y no falla. Efectivamente sus primeros compases seducen. Y lo hace porque en ese momento estás metido de lleno en la maraña psicológica. Te cuentan una paranoia enigmática, de esas que en buenas manos podría ser una historia que perdure por los siglos de los siglos. Hay que reconocerlo; encontrar a tu doble, seguirlo hasta su casa, entrar a hurtadillas y descubrir que tiene en la mesa una foto en donde aparece ella (tú) junto a su padre (el tuyo). Con un arranque así deseas de todo excepto que la caguen. No quieres miedo, quieres que sigan enfocándolo desde el misterio. Pero desgraciadamente luego todo se irá al carajo en un plis plas; cuando ya no se molestan en contar, sino en asustar. A partir de ahí hacen gala de un nulo soplo de ingenio, y ya, casi que te da lo mismo del porqué hay un doble de alguien paseándose por ahí. Que dicho sea de paso, tampoco lo dejan muy claro.

Compadezco a la señora del guionista. Con una imaginación como la del marido, se tiene que aburrir muchísimo en la cama. Palabra de honor.