Tremendo error es criticar aquello de que el mensaje que pretende lanzar esta película sea el de que para ser feliz necesitas dinero. Suena muy bonito contraatacar con aquella pesadísima frase de "el dinero no da la felicidad"; pero curiosamente hasta el que tiene un buen sueldo juega al gordo de navidad, a la primitiva, la bono-loto o a la quiniela de fútbol.
Vamos a tachar a esta película de vergonzosa por mostrarnos una meta feliz llena de monedas... pero lo hacemos con un cupón de la O.N.C.E en nuestra propia cartera. ¿Con qué soñamos entonces nosotros?

La película nos muestra a un padre con la soga al cuello. Con su cuenta bancaria a cero, su cartera vacía, y vagando por el submundo de la indigencia. Y todo ello con un crío de cinco años a cuesta. ¿Alguien quiere eso para su hijo? ¿Es más correcto decir que es superficial insinuar que con la cartera llena de billetes se es más feliz?. Que es muy bonito decir que el amor, por poner un ejemplo, es el sinónimo de la felicidad. Pero ese padre ama a su hijo y precisamente no se veía muy feliz durmiendo en un sucio lavabo público del metro.

"En busca de la felicidad" es muy buena película. Es emotiva, real y grandiosa.