Notable film precursor de ¨Rocco y sus hermanos¨. Las comparaciones son obligadas, pues aluden a escenas casi calcadas (llegada a la corrala), de tesis casi idénticas (críticas desde el falangismo social y comunismo como inspiraciones iniciales en ambas obras).

Muestra del lenguaje cinematográfico sobretodo en la actuación de los personajes, de un mundo demasiado rápido, donde la reflexión (¨no seas panoli, aquí tienes que ser más vivo¨), y la bondad (la escena de los caramelos en el parque, con el padre y los niños) son fuertemente castigados. La adaptación a una nueva forma de vida, y un modo de vida americano, que a pesar de la queja de los falangistas de la época como García Escudero, se abre paso con la venia de Franco a través de sus consejeros conservadores y de una iglesia donde cada vez cogía más poder las tesis del fundador de ¨Opus Dei¨. El liberalismo masón volvía tímidamente a ubicarse y colocar, a modo de pseudorreligión, la ¨Libertad¨ y el ¨Progreso¨, en el eje central de la vida social. Se trata, y aquí el film de ¨Surcos¨ lo expone mejor que Visconti, de confirmar que el Capitalismo impone su ritmo, su tempo, él se encargará de poner la música a partir de ahora en el siglo XX (la escena de la fábrica y el padre, por ejemplo) La música rock, la música Pop, la música popular, será estridente y rápida, te privará de pensar, te interpelará al hacer desde la emoción, a la producción. Luego utilizará la droga para controlar, para impedir psicológicamente, quitar finalmente la voluntad.

El Madrid de ¨Surcos¨ , no tiene tardes de café de reencuentro como el Milán de ¨Rocco¨, con viaje en tranvía hasta la catedral, y de repente, que se pare la vida entre pináculos, que surja la transcendencia que el alma requiere al menos unas poquitas veces. No hay esas tardes propias de la gente sensible. Los obreros de ¨Surcos¨, saben mejor que nadie, que el tiempo es dinero. Que además de buscar un trabajo, uno se tiene que buscar la vida. Pues no basta el trabajo para dignificar al hombre.

El padre trata de hacer recordar los valores a sus hijos (y su mujer) a guantazos. Aterrado al comprobar, que como medida adaptativa, empieza a aparecer en la familia el ¨todo vale¨. El hijo mayor mete a su novia en el cuarto, faltando el respeto a su padre, y alegando que él es el que más trae a casa. El dinero otorga posición de ¨pater¨ del hogar. El hijo menor, resulta una carga para el resto de la familia, por su incapacidad para ganarlo o mantenerlo. La hija se prostituye a sabiendas de la madre.

El liberalismo acelera el ritmo, quitando el tiempo, desposee a las personas de sus valores morales, desposee el valor de la Cultura y el Arte, arrasa con todo. Queda un teatrillo de marionetas como pecio del naufragio, última tabla de salvación. Términos despectivos como ¨pueril¨, ¨inocente¨ o ¨inmaduro¨ son utilizados para acusar al que no pasa por el aro, al que no admite ese ritmo para seguir bailando hasta reventar. ¿O es que acaso no reventamos también a los caballos?

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¨Surcos¨ no es una película para la gente de la que habla, como apunta en sus diálogos uno de los personajes. El pobre y el inculto no quiere ver miserias, quiere ver el lujo de Hollywood. El pobre y el inculto llama elegancia al glamour, a lo abundante y lo ostentoso, y la elegancia pasa sin ser percibida delante de él.

En la película de Visconti, que puede pecar de ser menos naturalista que el film español, la catedral es un signo de propósito de una comunidad que se proyecta hacía el futuro durante siglos, un lugar para invocar la transcendencia de la vida, del amor, con ángeles bellos y luminosos entre gárgolas de piedra negra.