Curioso. Hasta la mitad de su narrativa, Dark circles se manejaba bastante correcta. Había logrado una atmósfera familiar (y desde esa cercanía ganaba en su pesadumbre); había administrado con sobriedad sus atributos técnicos (la ausencia de música de fondo y casi total desaparición de sonido ambiente) y hasta se daba el lujo de jugar con los planos oníricos, construyendo incertidumbre en el espectador.

Entre lo fantasmagórico y lo psicológico, entre lo rutinario y lo extraño; Dark se las rebuscaba con honra para quedar bien parada. Hasta los recursos efectistas estaban bien utilizados. Por alguna extraña razón que se me escapa, cuando ya deben mostrarse las cartas todo se va de madre. La resolución del conflicto es, a mi gusto, la peor que se pudo haber tomado. Hace chirriar todos los engranajes que le daban oxígeno a la propuesta. Termina por inclinar la balanza hacia el lado psicológico (metiendo con calzador un super secundario como mirada externa para aportar "objetividad") y no convence, no suena verosímil. Paradójico, pero la resolución realista de la propuesta destruye su armado previo. Le exige otro tratamiento menos fantástico y más sensato.