Imposible pensar en los avances tecnológicos orientados al cuerpo humano si la psique del sujeto de pruebas no resiste los tratamientos. A partir de este punto podemos empezar a evaluar a Bloodwork, a partir de la incompetencia de un grupo de profesionales más unidos por la necesidad de un guión que los ampare que de estar allí por verdadero mérito. O sea: si no eran idiotas no habría peli, pues que sean idiotas.

Porque el ritmo y el suspenso están bien llevados. Convencionalmente, hay adolescentes torpes, y siempre algún desconfiado pone en jaque las cosas. Al buscar empatía, nos ubicamos con él, con su sufrimiento y su impotencia. Entonces la peli ya no se observa a la distancia, estamos dentro, con los pacientes, primer mérito. Segundo detalle: alejada del terror psicológico de las víctimas, Wostenberg hace uso de el impacto explícito. Escatología "agusanada", revuelta de tripas para el espectador, Bloodwork apela al asco y la tensión. No es una peli sutil, su tratamiento y derivados son tradicionales y efectivos. La trama está envuelta en un manto de indefinición: no se sabe que se busca realmente con ese experimento, o quien lo financia. El desenlace mismo culmina con puros interrogantes. Ese factor misterioso también suma, y esos breves misterios salvan a una propuesta sin vueltas ni concesiones : una propuesta modesta, pero con garra.