Minghella, hay que tener presente ese apellido. Breaking...representa esos eslabones aislados de películas que se exhiben dentro de un falso envase chico. Por momentos es tanta la sobriedad, la seriedad de los asuntos plasmados en la obra que ésta llega a sorprender, porque, insisto, toda su forma de presentación es tramposa.

Se inicia con un acto vandálico, las repercusiones del mismo tienen lugar de importancia hasta poco menos de la mitad del visionado. Curiosamente en este segmento, mientras los robos se perpetran, no logramos ver un verdadero drama sino más bien una suceción de causas y efectos que o bien son salpicones de comedia, o bien todo se desarrolla en clave picaresca (la prostituta en el auto es el ejemplo más transparente).
Luego los tonos cambian, el perjudicado por los robos conoce de forma pseudo azarosa a la madre de uno de los ladrones y...se engancha, lisa y llanamente. Aquí vale destacar los cambios de ritmo junto con una lectura en paralelo de ciertas cuestiones políticas, antes esbozadas y ahora bien palpables.
Al entrecruzarse ambas historias se da pie al tercer acto: una sucesión de peripecias intimistas borderline entre el policial y el cine intimista más maduro. Finalmente quiero rescatar esa palabra: es difícil ver buen cine intimista, pero un cine intimista maduro es más difícil todavía.
Breaking parte de historias "gastadas", las entrecruza de manera "gastada" pero llevando un singularísimo estilo que se te impregna en los ojos a medida que la ves.
Hubiera sido una nota mucho más alta, de no ser porque a veces los finales complacientes no necesariamente son correspondidos por el devenir de la historia.