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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
6
Drama Argentina, 1982. En tiempos de dictadura y represión, María Teresa trabaja como preceptora en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Un día, persiguiendo un vago olor a tabaco, se esconde en los baños de los chicos para sorprender a los que fuman y llevarlos ante el director. Poco a poco esto se convierte un hábito oscuramente excitante. Nada pasa inadvertido a su mirada: la mirada del carcelero, del amo... o de la perversidad. No es de ... [+]
15 de septiembre de 2011
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valga la pregunta, porque al margen de que ésta parte de una frase tan bonita como pomposa son muchas las cuestiones que se esconden detrás de tal "axioma". La mirada invisible es una de ellas: formados todos en fila recta, a la distancia precisa, ni un botón desabrochado, ni una palabra de más, detalles que por si solos van formando el concepto de represión. Pero...

El modo que tiene Lerman de representarlo, no sólo por la rigidez formal en lo que respecta a medios y primeros planos sino por los diálogos inherentes a la supuesta subversión que se vivía en aquellos años es de una obviedad cuasi inocente y que incluso puede generar, muy a su pesar, alguna que otra sonrisita sarcástica en el espectador. Desde luego sería delicado hablar de efectos cómicos dentro de una bora que trata un tema tan escabroso como el de la dictadura, pero así están las cosas: La mirada invisible por momentos se torna irrisoria desde la ingenuidad con la que está planteada. Desde luego hay cosas que sí son meritorias: ciertos gestos reprimidos, o costumbres en donde la represión (sexual o no) es palpable. También resulta notorio ese silencio constante con gusto a sequedad que transpira la pantalla. Pero si la idea del director era hacernos llegar la perversión de una época, pues no termina de lograrlo. La mirada...muestra, eso es innegable, pero falla en sus códigos al grado de derivar en un desenlace completamente fuera de tono. Desenlace por cierto que de todas maneras podemos tragarnos, dado que la labor de Julieta Zylberberg es empáticamente descomunal.

Interesante planteo, pero ay, determinadas cuestiones no deben pasar desapercibidas. Si te metes con asuntos delicados más vale que tu producto también lo sea, y La mirada invisible es digna como propuesta, pero de ninguna manera puede ser considerada como una obra delicada.
Juan Rúas
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