Nuevo sabor... bebe de fuentes muy antiguas, casi medievales. Historias de brujas que se interponen a los deseos de sus protagonistas mediante sortilegios, maldiciones y que venga el mal rollo. Por lo general necesitan ser invitadas a participar, alguien les pide ayuda en plan ingenuo y termina por embarrar más la cancha. Esta serie sigue por los mismos derroteros que las historias clásicas, pero con giros netamente actuales.

Lo que de primeras salta a la vista son las referencias cinéfilas que toman los directores: desde David Lynch hasta Cronenberg (la escena del gato/fetiche sexual en el abdomen de Lisa parece casi un homenaje). Es una serie que comienza dentro de un tono turbio y surrealista, con un conflicto de fondo netamente dramático, para luego ir gradualmente volcándose hacia la comedia negra e incluso el absurdo. Siempre sin perder ese estilo desagradable que la caracteriza: hacer de los cuerpos humanos meros envases "de plastilina", donde todo es posible.

El guión es un tema irrecuperable, vamos por partes: Lisa quiere ver publicada su primera peli. Además quiere ser ella quien la dirija. Aquí da inicio el primer nudo argumental. Necesita plata para lograrlo y pide ayuda económica a un productor de tintes siniestros. Algo no sale como ella esperaba y se produce un enfrentamiento entre ambos. Para poder resolver la cuestión, Lisa pide ayuda (nuevamente) a Boro, una bruja que andaba por allí.

De aquí en más el guión inicia un desenfoque progresivo sobre los verdaderos problemas de Lisa. El devenir de la trama desdibuja a la protagonista, luego desdibuja al director, para dar relevancia pura y exclusivamente a la bruja. Surgen numerosas sub tramas en relación a las acciones de Boro; algunas ingeniosas, otras irrelevantes. El mismo estilo surrealista de la serie hace que pueda esperarse cualquier cosa en materia de reacciones y en materia de diálogos. La magia negra de Boro contamina el guión al punto de que todo vale. El espectador puede esperar cualquier cosa y cualquier cosa es posible. (spoiler)

Todos los motores que movieron a la historia van cayendo en el olvido. Llegado el momento, queda un solo problema que no guarda relación alguna con el inicio de la serie. De esta forma, Nuevo sabor...termina tropezando con sus propias arbitrariedades, sus propios caprichos surrealistas. Existen reglas para estructurar una historia. Estás pueden ser muy básicas e, incluso, sujetas a cambios. Pero es preciso que haya una linea que direccione la trama.

Nuevo sabor a cereza derrapa en sus vaivenes radicales de guión. Revelando en el fondo una incapacidad para construir una historia consistente.