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Voto de Juan Rúas:
6
22 de julio de 2010
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perteneciendo a ese "tipo" de peli de terror oriental, Invitation cumple con los requisitos básicos: horror subido del tono, gore, y mucho, un guión que existe como excusa para alimentar nuestros aspectos más morbosos, etc. Creo que el 6 otorgado es ultra exagerado, pero por lo menos quiero intentar justificarme.
El objetivo principal de Ko está bien claro: dar asco. Invitation es una peli repugnante, vomitiva, resalta en plano detalle cada tortura, cada muerte, cada lasceración. Parte de una premisa que no se sostiene por sí sola: ¿Cómo tragarse el hecho de que los protas acepten esos regalos caídos del cielo sin un mínimo de desconfianza?
Pero al argumento esto no le interesa en lo absoluto, basa su objetivo en el poder y el odio y de tanto meter el dedo en la llaga con imágenes explícitas uno termina, obvio, por apiadarse de los protas por más estúpidos que fuesen. Y tanta violencia termina por generar un efecto raro, porque yo buscaba que se diera vuelta la torta y que, al hacerlo, no me vengan con desenlaces cortos ni efectivos: yo quería diente por diente.
Ko lo sabía, como también sabe manejar las situaciones de tensión y equilibrar los ritmos. La peli no es un fiasco, se excede, quizás maneja demasiada oscuridad que termina molestando, pero está lograda al margen de revolver el estómago. Vamos: tripas, odio y venganza. Todo expuesto como una escupida entre los ojos.
El objetivo principal de Ko está bien claro: dar asco. Invitation es una peli repugnante, vomitiva, resalta en plano detalle cada tortura, cada muerte, cada lasceración. Parte de una premisa que no se sostiene por sí sola: ¿Cómo tragarse el hecho de que los protas acepten esos regalos caídos del cielo sin un mínimo de desconfianza?
Pero al argumento esto no le interesa en lo absoluto, basa su objetivo en el poder y el odio y de tanto meter el dedo en la llaga con imágenes explícitas uno termina, obvio, por apiadarse de los protas por más estúpidos que fuesen. Y tanta violencia termina por generar un efecto raro, porque yo buscaba que se diera vuelta la torta y que, al hacerlo, no me vengan con desenlaces cortos ni efectivos: yo quería diente por diente.
Ko lo sabía, como también sabe manejar las situaciones de tensión y equilibrar los ritmos. La peli no es un fiasco, se excede, quizás maneja demasiada oscuridad que termina molestando, pero está lograda al margen de revolver el estómago. Vamos: tripas, odio y venganza. Todo expuesto como una escupida entre los ojos.