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Voto de Juan Rúas:
5
4,2
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Comedia
En una escuela secundaria, en la que el consumo de estupefacientes ha aumentado mucho entre los alumnos, el director del centro decide detener el consumo de drogas realizando un test antidrogas a todo el colegio como medida ejemplarizante. Dos alumnos, temerosos de que sus pruebas van a dar positivo, tienen una idea: conseguir que todos los alumnos den positivo por haber tomado pasteles con marihuana. Y para pillar la droga tendrán que ... [+]
2 de octubre de 2012
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, el director de escuela secundaria ultra fascista, racista y demases. Cúspide vertical de una sociedad estandarizada. Frente a él dos sujetos, los protas, que actúan como el extremo opuesto. El prota principal, harto de las presiones sociales y de querer ser el number one, se entrega a la cannabis. Si lo hace momentánea o crónicamente, no importa demasiado. Lo que importa es el discurso didáctico redentor nunca faltante para el aplauso de foca de todos los allí presentes. En medio de toda la fauna adolescente y del personal educativo aparece Brody, que con mucha o poca carisma construye un personaje curioso, pero que en el fondo actúa como mero gancho comercial para la peli.
En el medio, la cannabis actúa mediante pastelitos, el colegio entero drogado y a imaginar la mayor cantidad de situaciones delirantes posibles. Hasta la cámara filma drogada entre planos angulares, o fuera de foco, o directamente alucinada. Esos breves momentos del efecto cannabis sostienen una obra modélica, prototípica. Todo liberal y democrático, pero sujeto a convenciones sociales predeterminadas. Nada se arriesga realmente, no hay verdadera ruptura, o liberación de conciencias.
Parece indie, pero hasta el indie trastabilla (en tanto género, no necesariamente sujeto a esta peli). La cannabis podrá servir como punto de partida para otra idiosincracia, pero si todo se detiene en ella es pura evasión. Y volvemos al punto de partida. Son películas que parecen avanzar hasta detenerse en ese lugar común, políticamente correcto. Sino no saldrían al mercado. Ahí donde sigue estando el director que todo lo controla, más dentro de cada cabeza que frente a los ojos.
En el medio, la cannabis actúa mediante pastelitos, el colegio entero drogado y a imaginar la mayor cantidad de situaciones delirantes posibles. Hasta la cámara filma drogada entre planos angulares, o fuera de foco, o directamente alucinada. Esos breves momentos del efecto cannabis sostienen una obra modélica, prototípica. Todo liberal y democrático, pero sujeto a convenciones sociales predeterminadas. Nada se arriesga realmente, no hay verdadera ruptura, o liberación de conciencias.
Parece indie, pero hasta el indie trastabilla (en tanto género, no necesariamente sujeto a esta peli). La cannabis podrá servir como punto de partida para otra idiosincracia, pero si todo se detiene en ella es pura evasión. Y volvemos al punto de partida. Son películas que parecen avanzar hasta detenerse en ese lugar común, políticamente correcto. Sino no saldrían al mercado. Ahí donde sigue estando el director que todo lo controla, más dentro de cada cabeza que frente a los ojos.