Colossal o "lo que Gloria simboliza". Estamos, básicamente, frente a un cuento bizarro. Una comedia dramática de tintes fantásticos que debe desarrollar un fondo (un juicio de valor encarnado en la superación personal) haciendo uso de cuanta herramienta tenga a su disposición.

Lo que realmente sucede es lo que le atañe a la protagonista: su falta de foco y dirección; su imprevisibilidad púber rebotando alredededor del círculo afectivo que la esté circundando. En medio de esos conflictos "mundanos", un monstruo destruye Seúl.

La historia fantástica nunca logra asentarse ni establecer una relación directa con Gloria. Por debajo de la trama hay un símbolo en construcción, pero ambas historias no logran congeniar armónicamente y van codeándose de manera forzada, arbitraria y caprichosamente.

La indefinición de Gloria se traslada a Seúl. Y resulta curioso como la resolución del "conflicto" (¿cuál de todos? ¿Cuál es el foco prioritario del guión?) termina por decantarse en tono de "cuento de hadas".

La pregunta final que me genera es: ¿resolvemos nuestras miserias o las envolvemos en papel glassé para decorar? Salvar Seúl no implica superarse personalmente. Y lo que parecía la búsqueda de una madurez en proceso termina como un jugueteo ensoñado de una súper heroína cualquiera.