Vista con ojo grueso, El reptil parece más intrincada de lo que realmente és. Estamos ante una historia Lovecraftiana con mitos y maldiciones de fondo, una trama que se desarrolla lineal de forma prolija, dando los datos gota a gota como toda buena peli de terror/misterio que se precie. Lo que me asombra de ella son los diálogos, muy cuidados junto con una puesta en escena que mantiene la sobriedad cuando al tratarse de este tipo de propuestas lo más común es presenciar disparates. El argumento, ahi sí, no se cierra del todo: nos quedan datos sueltos sobre que hacía el difunto hermano allí en la escena inicial y el extraño triángulo no resuelto entre padre/hija y ese tercer hombre que nunca se nos informa demasiado de él.

No obstante, y pese a lo meritorio de la propuesta Hammeriana, el principal defecto de El reptil se halla en el rol que cumplen los protagonistas. Si la idea partiera de una investigación por las muertes curiosas que se suceden en el pueblo, o sea, si los protas fueran detectives privados, todo sería más potable. Sin embargo, al tratarse de parientes de uno de los fallecidos todo se vuelve menos verosímil, puesto que no hay lugar en él que no se inmiscuyan ni cabo suelto que no hayan querido cerrar. Cuando lo más lógico hubiera sido que se hayan intentado mantener lo más al margen posible de todo ese cambalache. Si bien no todo fue perfecto, El reptil se deja ver no obstante sus evidentes defectos, pues consigue lo básico que el género le exige: ritmo y atmósfera.