La cura es una peli rara. En dos horas y veinte, Verbinski, acumuló lo mejor y lo peor de su propia firma estilística. Hablamos de una obra visualmente llamativa, agradable y nítida a los ojos. De las mejores fotografías que se ha visto últimamente. Conforme pasa el guión se caen los tabúes hasta descubrirse el lienzo.

Para bien, para mal, La cura...está obsesivamente diseñada con el fin de retratar cada escena como si ésta fuera el nudo troncal de la historia. Meros apósitos cobran la fuerza de una revelación esperada aunque son solo eso, puro relleno. Entonces, la obra no puede evitar caer en cierto regodeo moroso, cierta sobre dimensión de la mirada por encima de la tensión dramática y, ante todo, por encima del principio de economía narrativa. El resultado es ambiguo, puesto que por un lado el hospital se nos presenta como un organismo vivo, deseoso de revelar algo; pero por otro lado amaga tanto sus cartas que el espectador puede llegar a sentirse, sino estafado, como menos decepcionado.

Entrando en el desenlace, la peli no cambia sus formas pero abandona el tono, volviéndose inesperadamente "payasa". Desde mi sentir, es la mayor pifia de La cura: descubrir aquel misterio mientras sientes que tanta espera a sido un poco en vano. Una mera banalidad cínica.