Peli rústica, de sabor concientemente cutre en la cual observamos la venganza...no de los punks, ésta toma apenas unos cinco minutos de peli, sino de un policía al cual le asesinaron a toda su familia en plena fiesta. Posee toques gore, cierta atmósfera fluctuante entre el terror y el spaguetti western aunque lo más acertado sería ubicarla dentro del cine bizarro clase b, y tratándose de una obra mexicana...más bizarro todavía.

La obra encuentra razón de ser a partir de una venganza meticulosa: uno por uno los punks responsables de la masacre van cayendo a manos de este justiciero rayano en la locura. Algunas muertes son irrisorias, como así también la idiosincracia de esta banda de punks: más cercana a una secta satánica, con sacrificios de animales de por medio, este grupete de peleles obedece a un solo líder. Tarzán es su nombre y me hizo acordar a Mario Barakus, no sólo por su fisonomía sino por su actitud y forma de hablar.

La obra es denotadamente conservadora, errónea en conceptos puesto que la ideología punk no tolera verticalismos y la banda se acerca más a un régimen fascista que a una comunidad anarquista. Y, por supuesto, todo se inclina a favor del policía ultrajado, ofreciendo un panorama de "orden y equilibrio" perdidos que hay que volver a encontrar. Para reirse un poco y pasar por alto su, peligroso, mensaje.