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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
9
Thriller. Drama Trevor Reznik, un empleado de una fábrica, padece desde hace un año un grave problema de insomnio, un mal que él oculta y que le provoca terribles alucinaciones. Debido a la fatiga se ha deteriorado tanto su salud física como su salud mental. Repelidos por su aspecto físico, sus compañeros de trabajo primero le evitan, y después se volverán contra él cuando uno de ellos pierde un brazo en un accidente en el que Trevor se ve involucrado. (FILMAFFINITY) [+]
28 de noviembre de 2009
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pesadilla de El maquinista se despliega en la pantalla mostrándonos diferentes grados; diferentes realidades rodeando la trama que no parecen tener una conexión directa pero que mediante el uso de pistas aisladas ubicadas EN EL MOMENTO JUSTO logra dar un sentido único a una obra que parecía bifurcarse nuevamente en cualquier momento.

Cristian Bale se ha consagrado, este papel podrá no ser premiado, pero jamás podrá olvidarse. Participa como el personaje principal de una pélicula armada cual una red, y si deja cabos sueltos son lo suficientemente intrascendentes como para no disminuir su valor. Lo cierto es que el espectador debe estar muy atento, porque si deja escapar una pista es muy posible que pierda el centro principal de la película.

La locura aparece de nuevo como el centro de atención. Pero a diferencia de, por ejemplo, Naboer (otra obra muy recomendable si gustan de este tipo de géneros), en este caso el reconocimiento que establece el personaje en relación a su propia culpa en cierto modo lo aleja del camino sin salida y lo acerca un poco más a ese camino de redescubrimiento que exige la locura para escapar de la trampa.

"No se quién soy", afirma el personaje y varios sujetos secundarios lo van ayudando a modo simbólico para resolver el conflicto. Una obra muy, pero muy buena y en su contra solo puede argumentarse cierta frialdad en la puesta en escena, cierto esfuerzo métodico en vano que solo atenta con el profundo sentimiento que acompaña a la historia. De todas maneras, creo que el punto supremo, la mayor virtud de esta obra radica en la mirada desde una primera persona obligada: salvo excepciones (ej. toma aérea de la camioneta del prota estacionada en medio de una avenida transitada), el espectador vé las cosas conforme las percibe la psiquis fragmentada del personaje. Esto contribuye a generar esa atmósfera desasosegada, paranoide y borrosa que tiñen a la peli de un color alucinatorio constante.
Salvo detalles, notable, recomendable.
Juan Rúas
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