El principal, único y gravísimo problema de Shampoo es que parece que avanza cuando en realidad todo el tiempo corre detrás de su propia cola. Queda claro que su función ficcional es debatible: si instalamos una cámara en mano y seguimos a los personajes en cuestión con sus avatares del momento no tendríamos mayor diferencia. Frente al aburrimiento potencial de realizar abúlicamente un documental enmascarado Toledano decide en su lugar dotar de tramas entrecruzadas a la obra e indicar un progreso aparente y mínimo de la narración. Como resultado aparece Cuernos de espuma: ni chicha ni limoná, a medio camino entre la bandera progre y el retrato de seres alternativos sin más.

Los cambios de tono de acuerdo a la mentalidad o situación de cada personaje la hacen aún más variopinta, pero encaminándola hacia la desprolijidad en vez de buscar en ella sensaciones varias, o aunque sea un ejercicio de estilo determinado. Carece de un eje narrativo que no sea netamente o puramente locativo, o genérico. Es un enorme, en conclusión, proyecto sin rostro o identidad que no logra otorgarle un sentido único y transparente a lo que vemos una y otra vez, con el mismo devenir y con la misma falta de dinamismo que se palpaba desde un principio.