El título no es ajustado para lo visto. Los inadaptados se desplaza más hacia la descolocación en el contexto y, lejos de mostrarla como un padecimiento, decide expresarla en forma de chiste largo disfrazado de secuencias y/o capítulos. No hay verdadera división, los fragmentos actúan como espejos entre sí y por momentos se coquetea con la novela de enredos. Algo que se abandona luego al intercalar tiempo y espacio para dar lugar a las historias.

Al hablar de rebeldía adolescente me refiero al tono de la obra, algo que se desprende tanto del espíritu jocoso tontorrón de las situaciones tanto como de las actuaciones. Ninguna se puede tomar realmente en serio y cuando se intenta imprimirle drama termina por no acoplarse a una obra que pide a gritos un poco más de densidad y consistencia. Todo resulta tan inocente que termina por no funcionar ni como crítica social ni como gag extenso. El resultado es un producto ligero a conciencia que cae en su propia despreocupación. Los inadaptados es, casi por naturaleza, puerilmente irresponsable.

Al verla, percibirás un cierto mensaje nada sutil sobre clases sociales, xenofobia y desadaptación. El problema es que todo está mostrado con una desidia que puede llegar a irritar.