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Argentina Argentina · mendoza
Voto de nahuelzonda:
8
Drama Alex Freed (James Caan) es profesor de literatura, pero a la vez adicto al juego. Ha perdido todo su dinero y tiene que pedir prestado para seguir jugando porque no puede parar. Pero su deuda crece preocupantemente. (FILMAFFINITY)
8 de junio de 2017
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decisión poco afortunada de regurgitar una remake llevó a que la Paramount Pictures diera luz verde a un proyecto caprichoso, insustancial y anodino: El jugador versión 2014. Sería una empresa nada despreciable enumerar los desaciertos que conllevó reanimar injustificadamente una obra tan lúcida como la presente, pero dejaré de lado este pasajero antojo para desembozar elogios pretéritos, alabanzas hacia el pasado, porque todo tiempo pasado fue mejor si lo aplicamos al cine.

Karel Reisz, heraldo del cine británico de los años 60, recién aterrizado en Hollywood, se hace cargo de trasladar a la pantalla un insidioso guion de James Toback que pasará a interpretar un vigoroso James Caan.

El jugador nos acaricia de soslayo para rematarnos después; lo que en un primer momento se nos presenta como la intrépida y jocosa peripecia de un ilustrado ludópata metamorfosea en dolorosa consumación, en salvaje descenso a los infiernos. Esta pequeña joya no se agota en evidenciar una radiografía patológica, no es el manido y pedagógico bosquejo del caso clínico prototípico, ese que cómodamente avizoramos a distancia en posición privilegiada y que nos lleva a exclamar gentiles: ¡Que terrible deber ser tener una adicción al juego! conmovidos aunque peregrinos, forasteros de la miseria ajena que por bien catalogada nos permite trazar lindes para diferenciarnos aliviados.

No.

El personaje del profesor, que interpreta maravillosamente James Caan, no representa el abultado muestrario de patrones compulsivos y obsesivos que, suponemos, trae aparejada su desafortunada condición. No. El maldito nos observa insolente desde el espejo, con la mueca desesperada de las horas finales. Es que ya lo sabe. Finalmente despertaremos afiebrados de aquel ensueño y para entonces lo sabremos nosotros también: ya no habrá más horas felices, la imagen que arroja el cristal nos ha desvelado y no podemos movernos, se ha convertido en una amenaza para nuestras ilusiones y en un doloroso recordatorio del abominable y amenazador vacío.

Notable, hiriente película.
nahuelzonda
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