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España España · Madrid
Voto de Sinzz3r:
7
Drama Lazzaro, un joven campesino de excepcional bondad, vive en La Inviolata, una aldea que ha permanecido alejada del mundo y es controlada por la marquesa Alfonsina de Luna. Allí, la vida de los campesinos no ha cambiado nunca; son explotados, y ellos, a su vez, abusan de la bondad de Lazzaro. Un verano, se hace amigo de Tancredi, el hijo de la Marquesa. Entre ellos surge una amistad tan preciosa que hará viajar a Lazzaro a través del ... [+]
12 de noviembre de 2018
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lazzaro Felice es, ante todo, una rara avis entre las producciones de la actualidad. Una obra que devuelve a Italia su cine fundacional, el que está de parte de los últimos, el mágico y popular, el de la tierra y el de la naturaleza. Un film capaz de devolver la mirada ahí donde la razón, siempre tan espesa, nos impide llegar.

Muchas cosas se han dicho del tercer largometraje de Alice Rohrwacher que nos hacen creer que estamos ante una especie de Frankestein cinéfilo; sin embargo, y a pesar de que todas tengan algo de verdad, la directora italiana se acerca más a un recital elegíaco que a una imposición de textos sagrados. Lo que superficialmente se nos puede presentar como una yuxtaposición de esquemas ya vistos, torna en su densa profundidad como algo líricamente nuevo.

Fábula que parte de lo mejor de la tradición del primer Fellini e intenta aunar realismo tradicional y mágico, consiguiendo ser una obra atemporal, a medio camino entre la parábola surrealista de Buñuel y el neorrealismo continuista de carácter cristiano de Olmi, con personajes claramente del mejor Pasolini –hombre de la capital en contraposición al joven inocente-. Muchos de estos elementos ya estaban en sus anteriores películas –sobre todo en ‘Le meraviglie’-, sin embargo, lo que supone ‘Lazzaro Felice’ es el punto de ruptura entre la directora que soñaba con ser y la que es, una autora que da un salto hacia adelante que toma la apariencia de vuelo.

Dividido claramente en dos partes a través de un desdoblamiento, vemos que el calor de la naturaleza acaba dando paso al frío seco de la ciudad. Este intento de concordar pasado y presente se ve afectado por una falta de armonía proveniente de su segunda parte. La perplejidad del comienzo se convierte poco a poco en vencimiento, en el aterrizaje a la modernidad donde todo parece fuera de foco, más maniqueo que la anterior, esta segunda pieza se ve arrastrada por la obligación de ser el criterio de algo perdido en el camino.

Ambas tonalidades están gobernadas por una constante, a saber, la parábola cristiana de Lucas sobre Lázaro que, al mismo tiempo que llanto personificado de Dios, es también el pobre que pertenece a la tierra para constatar un hecho cada vez más difícil de combatir: no hay espacio en nuestra loca sociedad para esta clase de hombres buenos y felices.
Sinzz3r
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