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España España · morgadáns
Voto de árbore:
10
Documental En las mismas aguas donde el Pequod de Melville persiguió a Moby Dick, somos testigos del choque colaborativo entre el hombre, la naturaleza y la máquina. Filmada en doce cámaras – fijas y lanzadas, pasadas de pescador a cineasta – éste es un retrato cósmico de uno de los quehaceres más antiguos de la humanidad. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leviathan es probablemente (con permiso de “A torinói ló”) la experiencia sensorial más apabullante a la que me haya enfrentado nunca. Fantasmagórica, desconcertante, claustrofóbica, siniestra, pero sobre todo hipnótica. Más que un documental podría ser una película de terror. Recordemos que leviatán es una bestia marina asociada a satanás descrita en el antiguo testamento. Para mi desgracia esa bestia marina no reside en fosas abisales, habita la superficie y es visualmente reconocible incluso en tierra, hablo del actual ser humano, el mismo que recibe del mar azules, verdes o turquesas y devuelve rojos. Aunque la película no reconozca puntos de apoyo medioambientales (como sucedía por ejemplo en “Unser täglich brot”) es inevitable ponerse en la piel y ojos de las maravillosas criaturas que respiran debajo del agua. Es más inquietante el todo cuando reparas en la única diferencia que nos separa de los animales no humanos: ellos y ellas se guían por voces que nosotros no alcanzaremos a escuchar jamás. Por eso esconder el desierto emocional que cubre a la mayor parte de población mundial apoyándose en que están muy ricos, en vez de intentar aprender de ellos, nos resulte a algunos del todo desalentador.

Pero volviendo al por qué, alejado del discurso green is the new red, habría que señalar la idea inicial. Ésta pasaba por filmar la actividad pesquera de un puerto en Massachusetts. Se llegaron a filmar 50 horas en tierra antes de embarcar, y fue justo en ese momento cuando Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel se dieron cuenta de la potencia audiovisual en alta mar, de ahí que ignorasen el trabajo en tierra y repartiesen por el barco un puñado de go pros para capturar la rutina de la vida a bordo. Destaca por encima de todo la ausencia de protagonismo de los realizadores, pasando de puntillas por la realidad a excepción de contados planos, en especial los contrapicados responsables de empequeñecer el prisma humano ante el desfile de imágenes que buscan (y no encuentran) aire en el cielo capturando estampas de una belleza inusual, o en la quietud de los últimos planos centrados en la vida en cubierta. La tensión narrativa en Leviathan pasa por desafiarte a la inmersión, coger aire en los pocos planos que lo permiten y dejarte llevar por una orquesta mecánica salpicada (nunca mejor dicho) de arreglos orgánicos (gaviotas, agua, viento) en un baile que despista la percepción humana de realidad.

Es cierto que obviar esquemas narrativos reconocibles, dejarte sin un hilo argumental al uso pueda llevarte a un callejón sin salida, pero es ahí donde debería estar la gracia de todo esto. Creo que el término cine experimental está mal definido, hay más experimento en otorgarle un guión a un puñado de imágenes que encontrar en un puñado de imágenes un guión. Es en el material filmado y en el montaje dónde fluye la historia, por eso me parece del todo razonable argumentar que algo positivo, muy positivo surge de esta pulsión negativa o atracción por la (aparentemente) nada. Pero también es cierto que no tenemos el mismo entreno en el sentido de la vista que, por ejemplo, en el oído. la vista demanda inmediatez para satisfacer estímulos que permitan focalizar la atención, es decir, es más fácil encontrarle ritmo a un centrifugado escuchando una lavadora antes que viéndola. Espero que si estás leyendo esto no te espante la (supuesta) abstracción, yo recordaré leviathan por reconocer (y agradecer) la dificultad que supone posicionarme como espectador en un entorno que en teoría reconozco, pero no he sentido así jamás, e intentar por el camino retratar al personaje más indescifrable de todos, el mar, partiendo del más difícil y sencillo de los supuestos, el pasaba por allí.
árbore
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